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Voto de Nekro Zombie:
5
7.2
16,730
Comedia. Drama. Romance
En el Dublín de 1980, la recesión económica hace que Conor cambie la comodidad de la escuela privada en la que estudiaba por un centro público donde el clima es más tenso. Encontrará un rayo de esperanza en la misteriosa Raphina y, con el objetivo de conquistarla, la invitará a ser la estrella en los videoclips de la banda que quiere formar. Ella accede, y ahora Conor debe cumplir su palabra. (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2016
34 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como esta peli va sobre canciones y demás, permitidme un símil musical.
A quienes nos flipa el garaje psicodélico de los sesenta, hasta el punto de haber contribuido en algunos recopilatorios de temazos "ocultos" con el único fin de darlos a conocer a otros entusiastas del género como nosotros, hay un disco de 2016 que nos ha dejado noqueados. Me refiero al 'Nonagon Infinity' de 'King Gizzard & The Lizard Wizard'. Estos siete salvajes han sabido crear una montaña rusa de ensoñaciones fuzz y luces de colores parpadeantes que no sólo se aleja de otros grupos que imitan sin tapujos las melodías de la década mágica, sino que además alcanza sin problemas aquello que persigue toda banda seria: un sonido propio.
Sin embargo, a los típicos modernos que te van de que saben de los sesenta por haber escuchado cuatro discos típicos y tópicos de los Beatles y los Rolling Stones no les mola 'King Gizzard & The Lizard Wizard'. Prefieren cosas como 'Ty Segall' o 'Thee Oh Sees', que practican una cosa parecida, perfectamente enlatada y a la que se le ha arrebatado de todo contenido y esencia en pos de un bonito cascarón, para que las cuatro discográficas de turno hagan caja instantánea. Dentro de unos años posiblemente nadie se acordará de ellos. ¿Por qué? Porque a quienes de verdad nos mola el tema nos parecen unos aburridos y unos mediocres y no los vamos a reivindicar. Y a los modernos seguramente ya les habrá dado por la siguiente tontería que les quieran vender.
Pues bien, 'Sing Street' es básicamente eso, pero en filme: una parida ideada para los modernillos de ahora que parecen estar obsesionados con los años 80. Por favor, no confundáis. No soy un anti-ejercicios de nostalgia siempre y cuando se hagan bien. Pero es que 'Sing Street' gira en torno a la música de dicha época sin ningún tipo de sentido o rumbo. Igual te vende a 'Duran Duran' como el punto más álgido de aquellos años (cof cof) que el protagonista se deprime y se vuelve post-punk. Todo ello sin olvidar que tampoco le falta el puntillo de crítica social tan de moda últimamente. En serio, me imagino a los productores y guionistas buscando en Google cosas como "bandas años 80" o "problemas sociales años 80". No es más que otro envoltorio llamativo y agradable que no va más allá de querer sacar unos eurillos al colectivo de siempre.
Y sin embargo sus primeros 35 minutos me funcionan muy bien, motivo por el cual le he puesto un 5. Me gusta la escena que abre la película. También que suene mi canción favorita de Motörhead, 'Stay Clean', cuando se presenta el nuevo instituto. Mientras Lemmy canta "No puedo creer. No puedo obedecer. No puedo estar de acuerdo con todas las cosas que dicen" se nos presenta una "high school" que da mal rollo y en la que sabemos que el personaje principal va a ser el rarito y no lo va a pasar muy bien. El skinhead matón está perfecto. La reflexión sobre los videoclips del hermano mayor es celestial. Me hizo muchísima gracia toda la escena de presentación del chico negro y del friki de los instrumentos. Está genial el modo en que el prota le entra a la chica y cómo todos encaran el primer videoclip en el que apenas saben tocar. Etcétera.
Lo que pasa es que...
CONTINÚA EN SPOILERS.
A quienes nos flipa el garaje psicodélico de los sesenta, hasta el punto de haber contribuido en algunos recopilatorios de temazos "ocultos" con el único fin de darlos a conocer a otros entusiastas del género como nosotros, hay un disco de 2016 que nos ha dejado noqueados. Me refiero al 'Nonagon Infinity' de 'King Gizzard & The Lizard Wizard'. Estos siete salvajes han sabido crear una montaña rusa de ensoñaciones fuzz y luces de colores parpadeantes que no sólo se aleja de otros grupos que imitan sin tapujos las melodías de la década mágica, sino que además alcanza sin problemas aquello que persigue toda banda seria: un sonido propio.
Sin embargo, a los típicos modernos que te van de que saben de los sesenta por haber escuchado cuatro discos típicos y tópicos de los Beatles y los Rolling Stones no les mola 'King Gizzard & The Lizard Wizard'. Prefieren cosas como 'Ty Segall' o 'Thee Oh Sees', que practican una cosa parecida, perfectamente enlatada y a la que se le ha arrebatado de todo contenido y esencia en pos de un bonito cascarón, para que las cuatro discográficas de turno hagan caja instantánea. Dentro de unos años posiblemente nadie se acordará de ellos. ¿Por qué? Porque a quienes de verdad nos mola el tema nos parecen unos aburridos y unos mediocres y no los vamos a reivindicar. Y a los modernos seguramente ya les habrá dado por la siguiente tontería que les quieran vender.
Pues bien, 'Sing Street' es básicamente eso, pero en filme: una parida ideada para los modernillos de ahora que parecen estar obsesionados con los años 80. Por favor, no confundáis. No soy un anti-ejercicios de nostalgia siempre y cuando se hagan bien. Pero es que 'Sing Street' gira en torno a la música de dicha época sin ningún tipo de sentido o rumbo. Igual te vende a 'Duran Duran' como el punto más álgido de aquellos años (cof cof) que el protagonista se deprime y se vuelve post-punk. Todo ello sin olvidar que tampoco le falta el puntillo de crítica social tan de moda últimamente. En serio, me imagino a los productores y guionistas buscando en Google cosas como "bandas años 80" o "problemas sociales años 80". No es más que otro envoltorio llamativo y agradable que no va más allá de querer sacar unos eurillos al colectivo de siempre.
Y sin embargo sus primeros 35 minutos me funcionan muy bien, motivo por el cual le he puesto un 5. Me gusta la escena que abre la película. También que suene mi canción favorita de Motörhead, 'Stay Clean', cuando se presenta el nuevo instituto. Mientras Lemmy canta "No puedo creer. No puedo obedecer. No puedo estar de acuerdo con todas las cosas que dicen" se nos presenta una "high school" que da mal rollo y en la que sabemos que el personaje principal va a ser el rarito y no lo va a pasar muy bien. El skinhead matón está perfecto. La reflexión sobre los videoclips del hermano mayor es celestial. Me hizo muchísima gracia toda la escena de presentación del chico negro y del friki de los instrumentos. Está genial el modo en que el prota le entra a la chica y cómo todos encaran el primer videoclip en el que apenas saben tocar. Etcétera.
Lo que pasa es que...
CONTINÚA EN SPOILERS.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
De repente y sin explicación alguna en la segunda canción ya todos se han vuelto tan profesionales que saben cómo producir de manera perfecta sus composiciones con una grabadora doméstica. Cambia completamente el tono de la cinta y empiezan a sucederse los absurdos. Pondré ejemplos. El protagonista no se puede permitir unos zapatos negros, pero sí el cambiar completamente de vestuario dependiendo de los estilos musicales que esté escuchando esa semana. Se sucede una colección de "tributos" a cada cual más hortera y sin sentido. Si bien el primer videoclip al principio está mal hecho a propósito y tiene sus dosis de humor, los posteriores son del rollo "con cuatro duros puedes hacer cosas interesantes" en plan Michel Gondry. El problema es que John Carney dista mucho de ser Michel Gondry y quedan casposos y forzados. El personaje del hermano mayor, que sirve para exteriorizar el mundo interior del protagonista y guiarlo hacia la luz, resulta que está traumado. Los miembros del grupo, que le daban fuerza y vida a la cinta, pasan a un segundísimo plano. Lo único que me ha faltado es que nadie haya descubierto su latente homosexualidad. En estas pelis siempre hay algo de eso.
Por otro lado, la relación entre el tipo y la tipa no me parece creíble de ninguna de las maneras. Que la tipa esté con el garrulo del coche, vale. Pero que el criajo con cara de "golpéame los mofletes" se la ligue sin despeinarse no me entra. Tampoco el modo en que se reencuentran: "Uy, mira, es que me iba a Londres y me han dejado tirada...". En cualquier caso, lo más horroroso es el final. Tras un "nunca visto" (por favor, advertid el tono irónico) bolo de la banda en el que se demuestra lo guays que son todos, incluido el skinhead, el chaval se va de casa con la señorita mientras su hermano aplaude su valentía. No en ferry como todo el mundo, sino con su propio barco. Ahí te los ves en mitad de una tormenta, en plan épico y recordando a las películas de pesadillas en el mar, huyendo de una Irlanda sumida en una crisis económica y en la que reina lo cutre (vamos, como la España de cualquier época). Otro vuelco brutal de registro que, una vez más, no me creo.
En definitiva, 'Sing Street' es una película que explora los 80 desde una perspectiva actual y que, al igual que 'Ty Segall' y 'The Oh Sees', está condenada a caer en el olvido absoluto. Si queréis verla, hacedlo lo antes posible. En serio, hacedlo antes de que todo el mundo se dé cuenta de que no mola nada.
Por otro lado, la relación entre el tipo y la tipa no me parece creíble de ninguna de las maneras. Que la tipa esté con el garrulo del coche, vale. Pero que el criajo con cara de "golpéame los mofletes" se la ligue sin despeinarse no me entra. Tampoco el modo en que se reencuentran: "Uy, mira, es que me iba a Londres y me han dejado tirada...". En cualquier caso, lo más horroroso es el final. Tras un "nunca visto" (por favor, advertid el tono irónico) bolo de la banda en el que se demuestra lo guays que son todos, incluido el skinhead, el chaval se va de casa con la señorita mientras su hermano aplaude su valentía. No en ferry como todo el mundo, sino con su propio barco. Ahí te los ves en mitad de una tormenta, en plan épico y recordando a las películas de pesadillas en el mar, huyendo de una Irlanda sumida en una crisis económica y en la que reina lo cutre (vamos, como la España de cualquier época). Otro vuelco brutal de registro que, una vez más, no me creo.
En definitiva, 'Sing Street' es una película que explora los 80 desde una perspectiva actual y que, al igual que 'Ty Segall' y 'The Oh Sees', está condenada a caer en el olvido absoluto. Si queréis verla, hacedlo lo antes posible. En serio, hacedlo antes de que todo el mundo se dé cuenta de que no mola nada.