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España España · Corruptown
Voto de Kwisatz:
7
Comedia Brewster es un jugador de las ligas menores de béisbol. Aunque no lo conocía, un rico pariente suyo acaba de fallecer y, para probar que Brewster comprende el valor del dinero, le impone en su testamento la prueba de derrochar 30 millones de dólares en cosas inútiles en un mes, sin poder poseer al final de ese tiempo absolutamenta nada de lo que haya gastado. Si tiene éxito, heredará otros 300 millones de dólares. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente me ha venido a la mente esta película, especialmente la escena que cito en el título de esta reseña.
Y es que esta entrañable comedia ochentera de sobremesa, a pesar de ser una apología del capitalismo, tiene un puntillo subversivo que la hace interesante.

La historia es tan rocambolesca como sencilla. Monty Brewster es un mediocre jugador de beisbol que de improviso hereda la nada despreciable cifra de 30 millones de dólares de un tío rico que tenía por ahí olvidado.
Pero hay trampa, porque la herencia real es en realidad de 300 millones. Monty tiene que gastar los 30 millones antes de un mes o se quedará sin nada.
Naturalmente no todo puede ser tan sencillo. No podrá acumular posesiones, ni donar más de un cierto porcentaje a obras de caridad. Ni que decir tiene que tampoco puede contárselo a nadie.

Un trama digna de un reality show, vamos. Así que ahí tenemos al bueno de Monty derrochando a manos llenas ante el jolgorio y la estupefacción de la plebe.
A partir de ahí se van desarrollando una serie de situaciones de lo más delirantes y divertidas algunas de ellas. Resulta inevitable jugar mentalmente a ser Monty en algunos momentos.
Por supuesto, como mandan los cánones hay una historieta de amor y unos malos malosos encorbatados.

De todas formas, a pesar de su predictibilidad y de algún que otro bajón en el ritmo narrativo típico de las comedias ochenteras, resulta una película divertida y simpática.

Pero sin duda, el corazón del film es Richard Pryor, uno de los grandes humoristas de la década de los 80. Que sirvan estas líneas como homenaje a una de las caras televisivas más carismáticas de mi infancia. Esta crítica va por ti, Richard.
Kwisatz
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