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Voto de Pepe Alfaro:
6
Comedia Hugo y Braulio, dos jóvenes con formación universitaria, hartos de no encontrar ni trabajo ni futuro en España, deciden emigrar a Alemania siguiendo los cantos de sirena de un programa de televisión tipo "Españoles por el mundo". Pero pronto descubrirán que sobrar en un sitio no significa ser necesario en otro, y que perseguir el sueño alemán puede tener mucho de pesadilla. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El zaragozano Nacho García Velilla ha encaminado su carrera cinematográfica hacia el difícil género de la comedia, donde, aparte de foguearse en series televisivas como Aída, había firmado dos películas con interés dispar, Fuera de carta (2008) y Que se mueran los feos (2010), que pasaron por la cartelera con cierta desatención por parte del público y de los medios.
Con su tercera película Perdiendo el Norte ha conseguido mucha mayor repercusión gracias tanto al patrocinio de la poderosa Atresmedia como por el trasfondo elegido para enfundar el relato, un tema de la máxima actualidad social y económica que suscita numerosos puntos de identificación con la inmensa mayoría de los ciudadanos. Desde el punto de vista de los personajes principales, dos jóvenes con varias licenciaturas y másters obligados a abandonar España en busca de empleo, asistimos a la decepción de nuestro país, sintetizada en cada una de las historias de su fracaso, representativas de la “generación de españoles más preparada de la historia”. En estos primeros minutos asistimos a lo mejor de la película, desde los recortes en investigación, la necesidad de los padres de hipotecarse para que los hijos puedan completar los estudios, el paro y el desahucio por efecto de la crisis y el despojo de recursos públicos por parte de los políticos… Aunque todo se vaya quedando en segundo plano con respecto a la historia de amor, y lo que podía haber sido una comedia social e irónica (o directamente negra) se quede en una comedia romántica de color rosa conforme avanza el metraje.
Como viene siendo habitual en cada una de sus apariciones, el pilar gracioso descansa sobre la vis cómica del actor de origen conquense Julián López (El Provencio, 1978) que convierte a su personaje Braulio en el catalizador, con mayor o menor grado de puntería y credibilidad, de todas las historias entrecruzadas de este pequeño mosaico. El contrapunto emotivo de referencia a la épica emigración de la generación de hace cincuenta años, lo pone el personaje del gran Pepe Sacristán, que enlaza directamente con la película de Pedro Lazaga Vente a Alemania Pepe (1971), donde daba vida al emigrado que regresa a su pueblo en un Mercedes alquilado solo para aparentar y envolver, siquiera brevemente, una realidad nada gratificante; ahora, el anzuelo para los nuevos emigrantes surge del programa de televisión Españoles por el mundo, otro espejo que tiende a embellecer el drama de la emigración.
A pesar de todo, Perdiendo el Norte es una comedia jovial y divertida, con momentos que beben en la esencia de la comedia de equívocos, como la visita de los padres y la novia a la empresa donde trabaja uno de los protagonistas. Otro acierto es que el tratamiento del argumento concita concordancia tanto para los jóvenes sin trabajo ni futuro como para los padres que se han dejado la vida en las carreras. Lo que pasa es que a Nacho G. Velilla al final se le va un poco la mano con el almíbar, que por otra parte suele ser más apreciado por parte de los espectadores que la acidez (ingrediente ya demasiado presente en la realidad). Si encima suma en taquilla, pues miel sobre hojuelas.
Pepe Alfaro
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