He leído que "La joven del agua", en realidad era un cuento que el director M. Night Shyamalan inventó para sus pequeñas hijas cuando estaban en la cama, a punto de dormir.
Lo que la mayoría de la gente desconoce, es que el director acababa de ayudarles a hacer unas tareas de trabajos manuales para el cole, en los que habían usado mucho pegamento. De cuyos efluvios euforizantes, el sin duda intoxicado director indio sacó el valor suficiente para llevar el dichoso cuentecito a la gran pantalla.
No puedo dejar de comparar la curiosa historia de Shyamalan y su cuento, con la del gran escritor Tolkien, que al igual que el cineasta indio, sembraba por la noche junto a la cama de sus hijos la semilla de lo que acabaría convirtiéndose en ese maravilloso bosque de Elfos, Ents, Enanos y hombres llamado "El Señor de los Anillos".

Hay dos palabras que definen "La joven del agua" y son las responsables de que a mí y a muchas personas no nos guste nada:
HISTORIA TONTORRONA.

Así de sencillo: No somos las hijas de Shyamalan, no tenemos 10 años, y cuando nos dan una película de ciencia ficción, queremos algo más que un cuento cursi, con argumento sacado de la manga, tontorrón y con las reglas autoabastecidas.

Me considero un gran consumidor de ciencia ficción. Y no me conformo absolutamente nada con ésta película. Por ésta regla de tres, cualquier cuento facilón inventado por cualquier padre, sería tan bueno como ésta película contando con actores y efectos especiales.

Las buenas historias de ciencia ficción son las que hacen de tu sueño una realidad.
Y esta película hace lo contrario. Desdibuja la realidad convirtiéndola en un sueño poco creíble.

Lo siento señor Shyamalan, pero ni todos los cuentos se pueden llevar con éxito a la pantalla, ni todos los padres que cuentan cuentos, son tan geniales como el gran Tolkien, (que en paz descanse, allá donde esté)