Elena Anaya era hace diez años una de las actrices con más proyección en España. Ahora se dedica a hacer estas cositas. Es la metáfora de lo mal que va el cine en España, con películas cada vez peores y con historias sin ningún fuste.

Si alguien cree que va a pasar miedo con el debut en el largo de Ignacio Tatay se equivoca de cabo a rabo. Hay que decir que el comienzo es interesante y la niña hasta llega a dar miedo, pero cuando nos plantamos en la segunda parte del metraje nos damos cuenta de que no hay nada de lo que esperábamos y que se tratan otros temas, necesarios de tratar, sí, pero no en una película vestida de terror.

Un quiero y no puedo decepcionante.

(Bill de Caledonia)