Esta es una de las películas más conocidas de Alan Parker. Y como casi siempre en este director supone una visión aparatosa e impactante, en este caso de un asunto tan grave como incómodo.
El expreso de medianoche cuenta la dramática historia de un ciudadano americano encarcelado en Turquía por posesión de hachís, y el infierno que vive en la cárcel turca a la que es enviado. Si la historia es dura e impactante en si misma, Alan Parker se encarga, con la poca sutileza que le caracteriza, de hacerla mucho más impactante que dura. No porque exagere lo que cuenta, sino porque a veces se desmadra en como lo cuenta. Se puede decir que el director entra en esa prisión turca como un elefante en una cacharrería, ofreciéndonos la visión más sensacionalista posible del drama. Pero esta vez tiene suerte, ya que la historia tiene tanta fuerza por si misma, que es imposible no mantenerse atento a todo lo que sucede en la pantalla.
La recreación que se hace en la película de la cárcel turca es realmente notable, escalofriante. El acompañamiento musical, pese al Oscar que gano, chirría bastante, aunque es muy típico de la época en la que rodó la película.
Hay que reconocer que pese al esfuerzo que hace, el malogrado Brad Davis, no era un actor especialmente bueno. Solo el estupendo John Hurt consigue destacar en lado interpretativo con su dramático personaje.
La película depara muchas secuencias de impacto, que con un poco más de sensibilidad y un poco menos de espectáculo podían haber sido incluso más eficaces.