Durante los últimos años hemos tenido bastantes filmes bélicos que, en vez de tratar sobre la guerra en general, se centran en historias más pequeñas y particulares dentro de ella.

Sam Mendes ha decidido hacer otra película de este estilo, pero en este caso se diferencia bastante del resto por tres motivos:

El primero es el conflicto en sí, la primera guerra mundial, que suele ser olvidada por muchos directores y escritores.
El segundo la historia que cuenta, que está más centrada en los protagonistas y su objectivo que en el desenlace del conflicto.
El tercero, que es de lo que más se ha hablado durante las últimas semanas, es que la película está rodada dando la sensación de no haber ningún tipo de cortes.

Volviendo a este último punto, lo que al principio pensaba que iba a ser una mera libertad creativa que no iba a afectar mucho a película en sí, acabó siendo uno de los aspectos más relevantes de la misma. Durante las dos horas de duración tienes la sensación de que no hay momentos de respiro y cada sonido que escuchas puede ser el final. La cámara te encapsula dentro de la vida de los protagonistas y es una de las pocas películas que recuerdo en la que me he sentido tan tenso durante toda su duración. Una auténtica locura creativa que ha sido ejecutada de la mejor manera posible.

Pero, dejando la dirección a un lado... ¿el resto del filme merece la pena? Desde mi punto de vista, sí. El guión no es nada del otro mundo (aunque a mí me haya gustado), pero es más que suficiente para que no haga sombra a una dirección, fotografía y actuación estelares.

En definitiva, 1917 creo que va a pasar a la historia como uno de los largometrajes más ambiciosos de las últimas décadas y un ejemplo para las próximas generaciones de cómo, con una gran idea y talento tanto delante como detrás de la cámara, puedes crear películas que sorprendan a todo el mundo, incluso cuando el conflicto en el que esté basado haya sucedido hace más de 100 años.