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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Drama A principios del XIX, durante las guerras napoleónicas, un teniente de húsares del ejército francés, el aristócrata Armand D'Hubert (Keith Carradine), recibe la orden de arrestar al teniente Feraud (Harvey Keitel) por haber participado en un duelo. Feraud, encolerizado, desafíará una y otra vez a D'Hubert durante quince años. (FILMAFFINITY)
16 de septiembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
275/30(29/08/11) Extraordinaria ópera prima de Ridley Scott, una preciosista obra que es todo un portento en la creación estética de los planos. Un hito artístico teniendo en cuenta su bajo presupuesto, pues no llegó al millón de dólares. El guión es en apariencia simple, pero en su contenido posee carga de profundidad. En la Francia napoleónica dos oficiales de húsares, D´Hubert (excelente Keith Karradine) y Feraud (excelente Harvey Keitel), mantienen un duelo inacabable que dura más de quince años, por diferentes motivos deben interrumpirlo en varias ocasiones. El guionista Gerald Vaughan-Hughes adapta fielmente el libro ‘The Duel’ del genial polaco Joseph Conrad (‘El corazón de las tinieblas’ o ‘Lord Jim’, llevadas al cine), basada a su vez en hechos reales de los húsares Dupont y Fournier que desde 1794 hasta 1813 duelearon en al menos 30 ocasiones, con este nimio hilo argumental se desarrolla un fresco antológico sobre una época y sobre un modo de entender la vida, para los húsares el honor era su religión, y eran ultrapracticantes de ella. Con estos dos rivales eternos recorremos estos convulsos años, desde la llegada al poder de napoleón, hasta su caída en desgracia, de cómo D´Hubert se iba adaptando cual camaleón al momento, y el visceral y tozudo Feraud era fiel al emperador. Ridley Scott reconoció la influencia que tuvo en él la Obra Maestra de Kubrick ‘Barry Lyndon’, sobre todo en el estilo plástico que anhela en cada plano hacer un cuadro naturalista, cargado de lirismo, inundado de romanticismo kitsch, un alarde de encuadre y de fotografía de Frank Tidy, ayudado por el operador de cámara, el propio Ridley, los cielos son espectaculares por su magno protagonismo, se componen lienzos inspirados claramente en el cromatismo de los contemporáneos galos Eugene Delacroix, Jacques-Louis David y el germano Caspar David Fridrich, de este último se toma prestado una de sus obras para el plano final, ‘El caminante sobre el mar de niebla’. Fue rodada en espacios naturales de una enorme belleza de los Highlands escoceses, Londres, y en la regiones francesas de Aquitania y la hermosa región de Dordoña en Francia, en esta última se rodó la mayor parte, con una ambientación prodigiosa, un vestuario de Tom Rand (‘La mujer del Teniente francés’) tan realista como estrafalario era el de los húsares, un maquillaje espléndido, es decir en el plano belleza visual sobresaliente, todo esto adornado por la excelsa música de Howard Blake, deliciosa partitura romántica, que envuelve la obra en tonos evocadores-melancólico-nostálgicos. Muy destacable son las escenas de duelos todo un alarde de originalidad, cada uno distinto al anterior, desprovista de todo tipo de glamur, se respira veracidad, la forma en que se mueven es ruda, seca, áspera, no como los bailarines-paladines que estamos acostumbrados a ver en cine clásico, rodados cámara en mano sentimos los golpes, transmiten cansancio en el combate en la galería,... (Continua en spoiler sin y con)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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