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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama. Aventuras Dos amigos dejan su pueblo para combatir con su ejército. Ambos, tras una derrota en el frente, se cobijan en la solitaria casa de Oko, una viuda que vive con su hija. Matachachi dejará que Oko le seduzca y, junto con ella y su hija se irá a Tokio, olvidando a su prometida... (FILMAFFINITY)
16 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
409/18(14/12/20) Interesante primera parte de la trilogía de las andanzas de este aspirante a samurái encarnado por el majestuoso Toshiro Mifune. Dirigida (como las tres) por Hiroshi Inagaki, filmada en fulgente eastmancolor, los guionistas Inagaki y Tokuhei Wakao, adaptan la novela Musashi de Eiji Yoshikawa, originalmente lanzada como una serie en el periódico japonés Asahi Shimbun, entre 1935 y 1939, historia basada libremente en la vida del famoso espadachín japonés Miyamoto Musashi. La película fue seguida por Samurai II: Duelo en el templo Ichijoji (1955) y Samurai III: Duelo en la isla Ganryu (1956). Relato sobre un campesino que busca su lugar en un mundo convulso, intentando hacerse un nombre en medio de las batallas japonesas, ello con vaivenes constantes, entre la amistad, el amor, o la frustración existencial. Film que tiene el honor de haber ganado un Oscar Honorífico en categoría de película de habla No Inglesa, hasta que el año siguiente se creó la categoría en sí.


Tras la batalla de Sekigahara, Takezo (Imperial Toshiro Mifune) y su amigo Matahachi (buen Rentarō Mikuni) se encuentran en el bando perdedor. En lugar de la gran victoria y la gloria que Takezo había anticipado, se encuentra como un fugitivo perseguido y tiene que ayudar a un Matahachi gravemente herido. La pareja busca refugio con una viuda y su hija que, sin saberlo, están conectadas con bandidos locales. Los bandidos pronto aparecen y piden tributo a lo que las mujeres han despojado de los samuráis muertos, y Takezo tiene que luchar contra ellos. Ambas mujeres intentan seducir a Takezo pero son rechazadas. La viuda le dice a Matahachi que Takezo trató de agredirla y lo convence de que la acompañe a ella y a su hija a Kioto. Matahachi acepta a pesar de que ama (y está comprometido con) Otsu (Kaoru Yachigusa), una mujer de su aldea. Takezo finalmente es capturado por el sacerdote budista Takuan Sōhō (excelente Kuroemon Onoe en su rol de pícaro manuipulador), quien le dice al señor que se le debe permitir usar sus propios métodos para controlarlo.

Historia que sigue al protagonista desde un simple campesino que ante la oportunidad de la guerra para hacerse notar decide alistarse. Asistimos a como es un simple cava-trincheras cuando acontece una batalla que lo hace abandonar, comenzando una odisea que él hace aliarse con unas ‘carroñeras de samuráis?’, y posteriormente pasar a ser un proscrito buscado por las autoridades, teniendo una extraña relación con un sacerdote budista, a la vez que se teje una dulce historia de amor con Otsu (buena Kaoru Yachigusa). Es una radiografía pesimista y desilusionante de un tipo que aspira a ser un samurái, sintiéndose este metraje claramente una primera parte en el modo en que corta, no se puede entender sin lo que será su continuación. Que por otra parte me deja con ganas de saber que será de este Takezo.

Hay unos cuantos buenos momentos, como la Batalla de Sekigahara en medio del barrizal de una copiosa lluvia en el bosque, sucediendo de modo rápido, la bucólica estancia en la casa de refugiándose los amigos, cuando el protagonista está preso colgado de un árbol, ello mediante un impresionante travelling, filmado de forma sublime, la huida por la ladera, teniendo Takezo retrasarse para luchar contras sus perseguidores, ello entre la maleza. Pero se siente como un eslabón de algo más grande que está por llegar. Queda en el rush final marcado por unja elipsis en exceso brusca, una epifanía que sentimos metido por imperativo del guión, donde queda como el sacrificio es necesario para ser más puro y noble (al menos así lo reflejan). Todo esto con un gran manejo de la cinematografía de Jun Yasumoto (“Musume tsuma haha”), con tomas generales rebosantes de energía cromática, con profusión de verdes de la naturaleza, con escenas nocturnas que irradian lirismo visual, con hermosos amaneceres y atardeceres (la Hora Mágica), con alguna escena envuelta en la bruma que destila poesía pictórica; También ayuda a entrar en el drama el score creado por Ikuma Dan (“Sengoku burai”), aportando con sus melodías orquestales emoción por su música folk nipona, con predominio de cuerdas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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