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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
4
Comedia La frustración y el hastío vital de Michel des Assantes, un prestigioso cirujano plástico parisino, es insoportable: tiene una esposa a la que no ama, un hijo que le resulta ajeno y unos amigos a los que desprecia, pero es incapaz de quitarse la vida. Un día, le compra la bicicleta a un estrafalario ciclista que iba a hacer la ruta París­-Tombuctú y se lanza a hacer el recorrido: Tombuctú se convierte para él en la Tierra Prometida. (FILMAFFINITY) [+]
19 de diciembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
410/19(16/12/20) Lastimoso último film del mayor director de cine español, Luis García Berlanga con 78 años, responsable de las mayores obras maestras de nuestra cinematografía, como “Bienvenido Mr. Marshall”, “Plácido”, “El verdugo” o “La vaquilla”. Pero esta cinta con efluvios al creador valenciano se siente como un reverso grotesco y soez del antaño mordaz y sutil Berlanga. Un producto que parece hecho con desgana, creando personajes a cual más desagradable, nada creíbles, todos un esperpento, quizás pretende ser un provocador, con una cinta ridícula que parece hecha en plena época del destape, donde vemos todo tipo de soft-porn con felaciones, tetas a cascoporro, culos, penes, testículos, eyaculaciones, todo un akelarre de situaciones que llegan a provocar vergüenza ajena, es un exceso por el exceso, es un humor de sal gorda. Comedia bufa en un relato con algo de chicha sobre un hombre (alter ego de J.L. Berlanga?), acomodado parisino que en la vejez se encuentra impotente y decide suicidarse, pero a esto se le da un giro ‘tontuno’ para desembocar en un pueblo mediterráneo español (la Calabuch del homónimo film de 1956. En realidad, Peñíscola), donde se cruza con un mosaico de seres idiotescos sin pizca de empatía, que encima pretenden ser un crisol de la España del momento (puaj!). Pero lo que hace es la película es dar pena, como si fuera un heredero en vida de sí mismo que no ha sabido respetarse, y con ello emborronar una filmografía maravillosa, todo un festival de lo zafio, cual si una mala copia de Mariano Ozores hubiera hecho una parodia de las cintas berlanguianas, y puede que ni así hubiera salido algo tan patético. Una oda a la vulgaridad, a la que esos sí, asiste toda una pléyade de lo mejorcito del cine patrio (aparte del galo Piccoli; Antonio Resines, Concha Velasco, Juan Diego, Manuel Alexandre, Luis Ciges, Amparo Soler Leal, Pepe Sancho, Enrique San Francisco, o Santiago Segura, pero para roles chuscos. Película que aparece tiene de guionistas al propio director, a s hijo Jerge Berlanga, Javier G. Amezúa, y Antonio Gómez Rufo, pero que yo no veo este por lado algo, todo es una sucesión de momentos a cual más estúpido, que desprende lo peor, es aburrimiento, donde lo disparatad de una escena es encadenado a la siguiente astracanada.

Michel des Assantes (Michel Piccoli) es famoso cirujano al borde del suicidio debido a su impotencia sexual. Cuando está a punto de tirarse por la ventana ve a un ciclista (Antonio Resines en un cuasi-cameo) con un cartel pone París – Tombuctú. Le compra la bicicleta y decide emprender un viaje para dejar atrás su pasado.

Por supuesto que sí escarbamos un poco encontramos la visión de antaño berlanguiana pesimista con la Condición Humana, en carnada en el nihilismo del protagonista, vemos su visón ácrata, su simpatía por el izquierdismo, en este caso por el anarquista nudista Boronat (embestido por Juan Diego), su inquina por la Iglesia Católica (ejemplo: la familia protagonista rinde culto no a un santo o virgen, si no a un famoso torero), reflejada en ese cura (encarnado por Santiago segura) que dice la única frase potable del film (“En mi Iglesia no entra ni Dios!), su crítica a la institución familiar reflejada en la prole que dan vida Velasco, Leal y Gurruchaga, según dicen de madre prostituta, y de putativo (eso dicen ellos) Manolete, pero todo ello en una ensalada rancia, enmohecida por lo pasado de vueltas caricaturesco.

Hay algunos guiños para todo buen cinéfilo que se agradecen ante tanta mediocridad: Por supuesto el recuperar la Calabuch y escenario de la película de 1956; Manuel Alexandre haciendo un rol similar al de 43 años atrás en “Calabuch”, donde se pasaba todo el metraje pintando el nombre de una barca, aquí es pintando el letrero del casino del pueblo; Se pueden ver los prolegómenos y festejos del Nuevo Milenio como una especie de esperanza (bufa) con efluvios a “Bienvenido Mr. Marshall”; El garrote vil que es una atracción de Calabuch, es un claro recuerdo a “El verdugo” (1963); El personaje encarnado por Michel Piccoli encuentra bajo su cama un muñeco a tamaño natural, con el que duerme, en clara similitud a la película que rodó con Berlanga en 1974, “Tamaño natural”, donde el protagonista que también da vida Piccoli, está obsesionado sexualmente por una muñeca hinchable.

Un borrón en la homérica filmografía de un genio no puede estropear su lugar en el trono del Olimpo del Séptimo Arte en Hispania. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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