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Voto de TOM REGAN:
7
6.3
2,039
Drama. Comedia
José (Alfredo Landa), un ejecutivo de origen humilde, ha alcanzado el éxito dentro de la empresa de publicidad para la que trabaja gracias a su talento innato para encontrar la frase exacta. Es el paradigma del hombre que se ha hecho a sí mismo y ha convertido en realidad sus sueños: una esposa (María Casanova) y unos hijos a los que quiere, un chalet en la sierra, un coche... Sin embargo, un fin de semana en el que esperaba disfrutar ... [+]
27 de julio de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
112/07(23/06/13) José Luis Garci en su tercer largo y su primera y fructífera colaboración con el gran Alfredo Landa arremete contra la clase media, contra la burguesía y su superficial vida, un fresco deprimente de la España de la transición.
José Rebolledo (gran Alfredo landa) trabaja en una agencia de publicidad en Madrid y tiene una vida acomodada, está casado con Conchi (buena María Casanova) y tienen dos hijos, hace poco han comprado un chalet en la Sierra de Madrid a dónde van los fines de semana, allí alternan con familiares y amigos, en medio de barbacoas, juegos de cartas, siestas y deportes. Pero para José esta vida soñada años atrás le tiene frustrado pues no es el futuro que él esperaba, no le llena, le hastía por lo superficial y vacua.
El guión lo escribió el propio Garci junto a uno de sus colaboradores habituales José María González Sinde, arremeten contra la clase media alta de modo feroz, a su hipocresía, su superficialidad, su consumismo patológico, su rutina vacía, ello sin dejar parte del sello Garci como es la erosión del paso del tiempo, la melancolía, las relaciones de pareja, el futbol, los juegos de cartas, la nostalgia que emana de que cualquier tiempo pasado siempre se recuerda mejor. Se ataca que la persecución de un supuesto futuro ideal es muy peligroso pues puede llegar el día en que lo alcances, y ya se sabe <cuando tienes lo que quieres ya no lo quieres>. Garci trata que este agrio relato lo dijéramos a modo de comedia costumbrista, dejándonos escenas meritorias, el encuentro con la suegra, la partida de cartas, el hilarante partido de futbol, siendo eaquí la hipocresía social la nota predominante, y por supuesto está ‘la charla final’. Se disecciona la vida familiar de esta clase social que puede aspirar a caprichos, cinta que cobra todo su sentido en la brillante charla que Conchi y José mantienen el domingo entre árboles, un deprimente análisis existencialista sobre nuestras aspiraciones juveniles y nuestras frustraciones a la mediana edad, es la eterna búsqueda al Sentido de la Vida. Tiene el defecto de hacer un subrayado excesivo en lo que cuenta, redunda demasiado, hay que tratar al espectador de inteligente, el manejo de la síntesis y de las elipsis hubieran mejorado la nota.
Los grandes pilares sobre los que se asienta la cinta es su estupendo elenco actoral, comenzando por un impresionante Alfredo Landa en su primera y fructífera colaboración. Compone a un nostálgico José, su frescura y naturalidad apabullan, su angustia vitalista nos toca, su decaimiento es reflejado con veracidad, no te creses que actué, es José y su hastío, con un dominio gestual y de mirada soberbio, y cuando llega el momento álgido de ‘la charla’ (spoiler) está apoteósico poniendo voz a su insatisfacción, sobresaliente. A su lado está una María Casanova que realiza su mejor papel, un rol que emana gran a su marido, y entre los dos hay una gran química, brotan chispas de una gran delicadeza y amor, y todo esto queda patente en ´la charla’ final, un diálogo que estremece por la carga de profundidad que lleva. Los secundarios dejan huella, un Carlos Larrañaga carismático, un trepa pelota con don de gentes y que se las sabe todas, una Irene Gutierrez Caba espléndida en su personaje de suegra cascarrabias, más complicado es juzgar la actuación de Cecilia Roth, pues fue doblada por su arraigado acento porteño-argentino, estaba aquí huyendo de la dictadura.
La puesta en escena rezuma realismo, un fresco idílico rural que esconde frustración metafísica, unos acertados escenarios fotografiados de modo luminoso por Fernando Arribas (‘La Casa De Bernarda Alba’ o ‘Las Edades De Lulu’), resaltando los tonos verde-esperanza, y esto adornado por la bella música clásica de Beethoven, que encaja como un guante al tono melancólico y sosegado de la historia, una delicia para los oídos.
En conjunto queda una notable cinta, un retrato generacional decadente que espera darnos un halo de esperanza con su final. Fuerza y honor!!!
José Rebolledo (gran Alfredo landa) trabaja en una agencia de publicidad en Madrid y tiene una vida acomodada, está casado con Conchi (buena María Casanova) y tienen dos hijos, hace poco han comprado un chalet en la Sierra de Madrid a dónde van los fines de semana, allí alternan con familiares y amigos, en medio de barbacoas, juegos de cartas, siestas y deportes. Pero para José esta vida soñada años atrás le tiene frustrado pues no es el futuro que él esperaba, no le llena, le hastía por lo superficial y vacua.
El guión lo escribió el propio Garci junto a uno de sus colaboradores habituales José María González Sinde, arremeten contra la clase media alta de modo feroz, a su hipocresía, su superficialidad, su consumismo patológico, su rutina vacía, ello sin dejar parte del sello Garci como es la erosión del paso del tiempo, la melancolía, las relaciones de pareja, el futbol, los juegos de cartas, la nostalgia que emana de que cualquier tiempo pasado siempre se recuerda mejor. Se ataca que la persecución de un supuesto futuro ideal es muy peligroso pues puede llegar el día en que lo alcances, y ya se sabe <cuando tienes lo que quieres ya no lo quieres>. Garci trata que este agrio relato lo dijéramos a modo de comedia costumbrista, dejándonos escenas meritorias, el encuentro con la suegra, la partida de cartas, el hilarante partido de futbol, siendo eaquí la hipocresía social la nota predominante, y por supuesto está ‘la charla final’. Se disecciona la vida familiar de esta clase social que puede aspirar a caprichos, cinta que cobra todo su sentido en la brillante charla que Conchi y José mantienen el domingo entre árboles, un deprimente análisis existencialista sobre nuestras aspiraciones juveniles y nuestras frustraciones a la mediana edad, es la eterna búsqueda al Sentido de la Vida. Tiene el defecto de hacer un subrayado excesivo en lo que cuenta, redunda demasiado, hay que tratar al espectador de inteligente, el manejo de la síntesis y de las elipsis hubieran mejorado la nota.
Los grandes pilares sobre los que se asienta la cinta es su estupendo elenco actoral, comenzando por un impresionante Alfredo Landa en su primera y fructífera colaboración. Compone a un nostálgico José, su frescura y naturalidad apabullan, su angustia vitalista nos toca, su decaimiento es reflejado con veracidad, no te creses que actué, es José y su hastío, con un dominio gestual y de mirada soberbio, y cuando llega el momento álgido de ‘la charla’ (spoiler) está apoteósico poniendo voz a su insatisfacción, sobresaliente. A su lado está una María Casanova que realiza su mejor papel, un rol que emana gran a su marido, y entre los dos hay una gran química, brotan chispas de una gran delicadeza y amor, y todo esto queda patente en ´la charla’ final, un diálogo que estremece por la carga de profundidad que lleva. Los secundarios dejan huella, un Carlos Larrañaga carismático, un trepa pelota con don de gentes y que se las sabe todas, una Irene Gutierrez Caba espléndida en su personaje de suegra cascarrabias, más complicado es juzgar la actuación de Cecilia Roth, pues fue doblada por su arraigado acento porteño-argentino, estaba aquí huyendo de la dictadura.
La puesta en escena rezuma realismo, un fresco idílico rural que esconde frustración metafísica, unos acertados escenarios fotografiados de modo luminoso por Fernando Arribas (‘La Casa De Bernarda Alba’ o ‘Las Edades De Lulu’), resaltando los tonos verde-esperanza, y esto adornado por la bella música clásica de Beethoven, que encaja como un guante al tono melancólico y sosegado de la historia, una delicia para los oídos.
En conjunto queda una notable cinta, un retrato generacional decadente que espera darnos un halo de esperanza con su final. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La emocional y existencialista charla final un compendio de frustraciones y anhelos melancólicos:
-Quien coño me mandaría a mi meterme en la confianza, estudiar económicas y perder la juventud y la vista en unos libros que no valen para nada.
- Y eso?
-Eso… Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante, porque era como provisional… como si estuviera esperando esto. Yo creía que iba hacia una vida maravillosa y mientras estaba en la cola esperando trabajaba y estudiaba como un negro porque tenía que ser así, por que más adelante iba a llegar mi vida, mi verdadera vida. Y sabes que pienso? Pues que ya ha llegao.
Conchi: -Y va y no te gusta.
- Y va y no me gusta. Que me espera? Ocupar el puesto de Don Enrique? Para él, para él para toda la vida. Casar a los niños? Tampoco, porque para entonces no se va a casar nadie. Total, tú y yo solos vegetando todos los fines de semana en esa mierda de chalet. Todos los puentes, todas las vacaciones de Semana Santa, arreglando la calefacción, cortando el césped, limpiando la piscina…
- Que piscina?
- Pues la que terminaremos poniendo. Y un día te mueres. Y se te queda esa carita de gilipollas y en el último momento te dices vamos, vamos, vamos. Porque es que te han llevado al huerto toda la vida y nunca has hecho lo que tú querías, estudia, trabaja, échate novia, cásate, cómprate un piso, un chalet, un coche y trabaja como un burro para pagar las letras, los colegios de los niños, el friegaplatos, la cortadora de césped, y te das cuenta de que has vivido para Seat, para Philips, para Banus, para Zanussi, para El Corte Inglés, para La Confianza y su puta madre.
-Conchi: - José, a mí tampoco me gusta esto, los niños, de Madrid al chalet, del chalet a Madrid, los niños y verte cansado por la noche. Esa es toda mi vida. La hija de un militar chusquero también ha renunciado a muchas cosas.
- Ya los sé, Conchi, ya lo sé.
- A mí me sobra el coche, el chalet, el friega-platos, la cortadora.
-No, no, si no te digo nada. Si lo único que he hecho a mi gusto ha sido casarme contigo.
- Y yo.
- Tu conocías a Vázquez? Luchamos juntos de botones. Era director comercial. El otro día, la semana pasada, le dio un ataque al corazón en su despacho y se quedó. Era Santo, te lo juro, era bueno, de la gente más buena que he conocido en mi vida. Cuando éramos chacales siempre me decía <Yo seré director comercial como el señor Mendiot>, hace un mes me lo encontré en el aparcamiento y le dije <Yo seré director comercial como el señor Vázquez>, y me dijo <Sabes que no me gusta, después de tanto desearlo y no me gusta, y me paso las noches sin dormir, m´quivocao José, m´quivocao>. Pues eso es lo que me pasa a mí. Que m´quivocao coño! Que m´quivocao! Pero no quiero irme con Vázquez. Pobrecito.
- No te vas a ir cariño. (se miran dulcemente)
Aunque solo sea por esta fascinante escena merece verla.
Como curiosidad Berlanga sugirió a Garci que el epílogo fuera que tras quemar el chalet, veían un anuncio en un periódico sobre la venta de otro bonito chalet y lo compraban. Hubiera sido una visión bastante más deprimente de la Condición Humana, la insatisfecha naturaleza del hombre que no se conforma nunca con lo que tiene.
-Quien coño me mandaría a mi meterme en la confianza, estudiar económicas y perder la juventud y la vista en unos libros que no valen para nada.
- Y eso?
-Eso… Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante, porque era como provisional… como si estuviera esperando esto. Yo creía que iba hacia una vida maravillosa y mientras estaba en la cola esperando trabajaba y estudiaba como un negro porque tenía que ser así, por que más adelante iba a llegar mi vida, mi verdadera vida. Y sabes que pienso? Pues que ya ha llegao.
Conchi: -Y va y no te gusta.
- Y va y no me gusta. Que me espera? Ocupar el puesto de Don Enrique? Para él, para él para toda la vida. Casar a los niños? Tampoco, porque para entonces no se va a casar nadie. Total, tú y yo solos vegetando todos los fines de semana en esa mierda de chalet. Todos los puentes, todas las vacaciones de Semana Santa, arreglando la calefacción, cortando el césped, limpiando la piscina…
- Que piscina?
- Pues la que terminaremos poniendo. Y un día te mueres. Y se te queda esa carita de gilipollas y en el último momento te dices vamos, vamos, vamos. Porque es que te han llevado al huerto toda la vida y nunca has hecho lo que tú querías, estudia, trabaja, échate novia, cásate, cómprate un piso, un chalet, un coche y trabaja como un burro para pagar las letras, los colegios de los niños, el friegaplatos, la cortadora de césped, y te das cuenta de que has vivido para Seat, para Philips, para Banus, para Zanussi, para El Corte Inglés, para La Confianza y su puta madre.
-Conchi: - José, a mí tampoco me gusta esto, los niños, de Madrid al chalet, del chalet a Madrid, los niños y verte cansado por la noche. Esa es toda mi vida. La hija de un militar chusquero también ha renunciado a muchas cosas.
- Ya los sé, Conchi, ya lo sé.
- A mí me sobra el coche, el chalet, el friega-platos, la cortadora.
-No, no, si no te digo nada. Si lo único que he hecho a mi gusto ha sido casarme contigo.
- Y yo.
- Tu conocías a Vázquez? Luchamos juntos de botones. Era director comercial. El otro día, la semana pasada, le dio un ataque al corazón en su despacho y se quedó. Era Santo, te lo juro, era bueno, de la gente más buena que he conocido en mi vida. Cuando éramos chacales siempre me decía <Yo seré director comercial como el señor Mendiot>, hace un mes me lo encontré en el aparcamiento y le dije <Yo seré director comercial como el señor Vázquez>, y me dijo <Sabes que no me gusta, después de tanto desearlo y no me gusta, y me paso las noches sin dormir, m´quivocao José, m´quivocao>. Pues eso es lo que me pasa a mí. Que m´quivocao coño! Que m´quivocao! Pero no quiero irme con Vázquez. Pobrecito.
- No te vas a ir cariño. (se miran dulcemente)
Aunque solo sea por esta fascinante escena merece verla.
Como curiosidad Berlanga sugirió a Garci que el epílogo fuera que tras quemar el chalet, veían un anuncio en un periódico sobre la venta de otro bonito chalet y lo compraban. Hubiera sido una visión bastante más deprimente de la Condición Humana, la insatisfecha naturaleza del hombre que no se conforma nunca con lo que tiene.