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Voto de TOM REGAN:
8
7.1
353
Drama
Una madre posesiva, Hannah Jessop (Henrietta Crosman), alista a su hijo Jim (Norman Foster) en el ejército para combatir en la Primera Guerra Mundial para evitar que se case con su novia, Mary Saunders (Marian Nixon), sin saber que ésta espera un hijo de Jim. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
261/20(19/09/23) Con motivo del 90 aniversario del estreno (12/Julio/1933) de este drama fordiano me lo he visto, es un film poco conocido del director de Maine, para muchos críticos fue el comienzo de su gran filmografía, obra parteaguas en su carrera. Es un incisivo melodrama que ahonda en las complicadas relaciones materno-filiales, el ultra proteccionismo con el que cubrimos a nuestros retoños, esto puede convertirse en un arma de doble filo, tanto para ellos como para nosotros (me coloco en el lado de los padres), como en nuestras ansias de querer lo mejor para ellos podemos no darnos cuenta que lo mejor para ellos es que sean felices, simple y llanamente. Además, sirve para homenajear a las madres que pierden a sus hijos en las absurdas guerras, en este caso las estadounidenses en la Gran Guerra, las que sufrieron el mandar a chicos sanos a otro continente y nunca volvieron, solo tuvieron un telegrama para anunciar la mayor de las tragedias que una madre viva más que su vástago. Los escritores Barry Conners (“Bachelor's Affairs”), Philip Klein (“Cuatro hijos”) y Dudley Nichols (“La Diligencia”) adaptan una historia de IAR Wylie, la misma escritora de “Grandmother Bernle Learns Her Letters” del libro del que se adaptó la película muda de Ford “Four Sons” (1928).
El director crea un microcosmos reconocible rural en la primera parte de la cinta, crea un choque de voluntades agrio entre una madre de fuerte carácter y su hijo que ama a una mujer que no es aceptada por la progenitora. Todo desarrollado sin sensiblerías, nunca fue algo fordiano el maniqueísmo lacrimógeno, para ir evolucionando una historia sugestiva, que te atrapa, sobre todo por la majestuosa actuación de Henrietta Crosman como la madre, poseedora de un carisma arrollador.
Para en la segunda parte pasar a un viaje donde la madre sufrirá una epifanía. Viaje este dónde Ford incluye humor fresco (Esa mordaz frase que suelta Hannah a un militar: "No sabía que alguna vez murieran generales en una guerra"; con el momento peluquería; cuando una anciana se pone a fumar en pipa; el de la feria con las ancianas disparando en una barraca, con el colofón de disparar a la pipa de un ‘hombre de cera’). Para en su tramo final conseguir emocionarme por la forma en que me ha atrapado el relato, haciéndome ponérseme el vello de punto en el final, algo muy difícil para mí.
Todo filmado con el buen gusto poético de John Ford, con la ayuda del DP George Schneiderman (“Cuatro hijos”): Como ese trémulo primer plano de Mary viendo alejarse el tren que se lleva a su novio a la guerra; la escena en que le dan a la protagonista (subida ya al tren) un ramito de flores desde abajo, la anciana lo coge y solo vemos su mano colgando de la ventanilla; esa madre anónima que da una macetita a la protagonista para que lo ponga en cualquier tumba de los caídos, pues el cadáver de su hijo no fue encontrado; y con uno de sus mantras, como es una escena de cementerio, rodada con un gusto lírico delicioso.
La historia comienza durante la Primera Guerra Mundial, en la zona rural de Arkansas de Three Cedars, donde un joven llamado Jim (correcto Norman Foster), al ser hijo único de la viuda Hannah Jessop (Henrietta Crosman), queda exento del servicio militar obligatorio. Cuando corteja a la hija del borracho local, Mary Saunders (buena Marian Nixon). Hannah contrariada al no poder separarlos, firma una renuncia que le permite ser reclutado. Jim muere en acción poco después, pero la testaruda Hannah permanece impenitente. Diez años más tarde, se une a una delegación de ‘Madres Estrella Dorada’ que viajan a Francia para visitar las tumbas de sus hijos. Para en el epílogo volver a Tres Cedros e una escena que quien no se conmueva se lo haga mirar.
Se puede decir que es una película que se sabe por donde va y como va a acabar. Pero Ford hace del camino un placer en como hace avanzar la narración, nunca te sorprende el camino, pero si te complace la forma de transitarlo, con gran solidez. Profundizando en el poder que los padres (en este caso una madre viuda) han tenido en decidir el futuro de sus hijos. Ford hace gala de un gran gusto en mostrar el costumbrismo, algo en lo que era el maestro.
El director crea un microcosmos reconocible rural en la primera parte de la cinta, crea un choque de voluntades agrio entre una madre de fuerte carácter y su hijo que ama a una mujer que no es aceptada por la progenitora. Todo desarrollado sin sensiblerías, nunca fue algo fordiano el maniqueísmo lacrimógeno, para ir evolucionando una historia sugestiva, que te atrapa, sobre todo por la majestuosa actuación de Henrietta Crosman como la madre, poseedora de un carisma arrollador.
Para en la segunda parte pasar a un viaje donde la madre sufrirá una epifanía. Viaje este dónde Ford incluye humor fresco (Esa mordaz frase que suelta Hannah a un militar: "No sabía que alguna vez murieran generales en una guerra"; con el momento peluquería; cuando una anciana se pone a fumar en pipa; el de la feria con las ancianas disparando en una barraca, con el colofón de disparar a la pipa de un ‘hombre de cera’). Para en su tramo final conseguir emocionarme por la forma en que me ha atrapado el relato, haciéndome ponérseme el vello de punto en el final, algo muy difícil para mí.
Todo filmado con el buen gusto poético de John Ford, con la ayuda del DP George Schneiderman (“Cuatro hijos”): Como ese trémulo primer plano de Mary viendo alejarse el tren que se lleva a su novio a la guerra; la escena en que le dan a la protagonista (subida ya al tren) un ramito de flores desde abajo, la anciana lo coge y solo vemos su mano colgando de la ventanilla; esa madre anónima que da una macetita a la protagonista para que lo ponga en cualquier tumba de los caídos, pues el cadáver de su hijo no fue encontrado; y con uno de sus mantras, como es una escena de cementerio, rodada con un gusto lírico delicioso.
La historia comienza durante la Primera Guerra Mundial, en la zona rural de Arkansas de Three Cedars, donde un joven llamado Jim (correcto Norman Foster), al ser hijo único de la viuda Hannah Jessop (Henrietta Crosman), queda exento del servicio militar obligatorio. Cuando corteja a la hija del borracho local, Mary Saunders (buena Marian Nixon). Hannah contrariada al no poder separarlos, firma una renuncia que le permite ser reclutado. Jim muere en acción poco después, pero la testaruda Hannah permanece impenitente. Diez años más tarde, se une a una delegación de ‘Madres Estrella Dorada’ que viajan a Francia para visitar las tumbas de sus hijos. Para en el epílogo volver a Tres Cedros e una escena que quien no se conmueva se lo haga mirar.
Se puede decir que es una película que se sabe por donde va y como va a acabar. Pero Ford hace del camino un placer en como hace avanzar la narración, nunca te sorprende el camino, pero si te complace la forma de transitarlo, con gran solidez. Profundizando en el poder que los padres (en este caso una madre viuda) han tenido en decidir el futuro de sus hijos. Ford hace gala de un gran gusto en mostrar el costumbrismo, algo en lo que era el maestro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Rush final: ‘Después de mostrarle los lugares de interés de París y asistir a un salón de belleza y una ceremonia en honor a sus hijos, Hannah, afligida por la culpa, se niega a visitar el cementerio porque todavía racionaliza que su hijo desobedeció sus deseos y no fue un buen hijo. Hannah, entristecida, camina sobre un puente en París, ve a un chico estadounidense rico y borracho, Gary Worth (correcto Maurice Murphy), a punto de saltar. Ella detiene al joven y lo lleva a su hotel. Allí se entera que la madre de Gary planea separarlo de la embarazada Suzanne (encantadora Heather Angel), la chica de sus sueños, chica francesa de clase baja a quien su madre considera no lo suficientemente bueno para él. Hannah siente una revelación ante una especie de repetición en tercera persona de lo que ella pasó con su hijo, y al verlo desde fuera entiende que obró Mal, y decide intervenir para salvar el amor d ellos jóvenes. Tendrá un encuentro con la Sra. Worth (correcta Hedda Hopper, luego se convertirá en destacada columnista de chismes) y le cuenta su historia, y la madre de Gary entra en razón y cambia de opinión, entran en la habitación el hijo y su novia, la Sra. Worth abraza con cariño a Suzanne, mientras cual héroe en el oeste tras cumplir en el lado bueno se retira sin esperar agradecimiento. Hannah visita entre lágrimas la tumba de Jim en Argonne, dejando la macetita que le entregó la madre anónima y el ramito de Mary. Hay una elipsis y ya Hannah está en Tres Cedros, la vemos dirigirse con su perro a la casa de Mary, ella mira inquieta como su ‘suegra’ entra en la vivienda, y le dice que ha pedido perdón de rodillas por el Mal hecho a su hijo en su tumba, ya hora le pide perdón a ella también de rodillas (figurado), y abraza a Mary. El perro ladra contra una puerta cerrada, Hannah abre y allí esta Jim (cumplidor Jay Ward), el hijo de Mary y Jimmy. Hannah lo abraza y lo llama nieto, Jim le dice que, si la puede llamar abuela, a lo que Hannah le responde que se enfadará si la llama de otra forma, y fin, y se pone me estremezco (no soy fácil de hacerlo ante una película).
El film estuvo probablemente imbuido por el halo de la madre de Ford, que murió durante la filmación, el 26 de marzo de 1933.
Notable muestra de cine que te llega a las entrañas. Gloria Ucrania!!!
El film estuvo probablemente imbuido por el halo de la madre de Ford, que murió durante la filmación, el 26 de marzo de 1933.
Notable muestra de cine que te llega a las entrañas. Gloria Ucrania!!!