El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería está de enhorabuena: con "Harry Potter y el misterio del príncipe" ha ofrecido a los ojos de lectores y espectadores uno de sus más brillantes cursos.

El detalle exquisito, un pulso dramático en crescendo y unas tramas cada vez más ocultistas siguen siendo los principales atractivos de una saga que tras trastabillar notoriamente con sus últimas dos entregas, renace cual ave fénix y nos ofrece un peliculón de fantasía a la antigua usanza pero con todas las ventajas de los nuevos tiempos. Y en los contrastes se basa gran parte del encanto del mundo de Harry Potter.

Porque tenemos, por ejemplo, el contraste entre el sabor añejo de la novela juvenil de colegios y la fantasía de altos vuelos: como si al llegar las doce, Enid Blython se topase con Tolkien por los pasillos de las Torres de Malory. O también, el contraste entre lo cotidiano de la vida adolescente -las inseguridades, las bromas, los exámenes, el ligoteo- con extrañas aventuras, misteriosos objetos mágicos y poderes oscuros y maravillosos. Y por último, está, lo más importante, el contraste entre el prosaico mundo inglés y sus rígidas tradiciones académicas con esa viva tradición de brujas, de elfos y de hadas que ha cultivado con mimo germánico este admirable pueblo dotado de una, al parecer inacabable, capacidad de fabulación.

Y estas oposiciones, estos dos lados del mismo espejo rara vez han sido tan evidentes como en "Harry Potter y el misterio del príncipe", que apuesta como siempre por la calidad, el desarrollo completo de la historia y sus personajes incluso aunque a veces eso suponga sacrificar algo de ritmo y olvidarse de facilitarles la entrada a los no conocedores de la saga. Sin embargo, a pesar de algún que otro bajón, el resultado es óptimo y así disfrutamos de una de las películas más atractivas, sugerentes e incluso emocionantes que se han adaptado de la obra de J.K. Rowling...que debe estar aún bajo los efectos del Wingardium Leviosa porque pocas veces se le ha hecho tanta justicia y con tanta perfección a un autor y a su mundo literario. Increíble resulta que nadie a quien haya conocido devoto de los libros le chirríe ni siquiera el físico de ninguno de los actores. Pero yo quiero destacar a uno que simplemente, es sobrenatural: no puede ser, para mí que la Rowling ya estaba pensando en Alan Rickman antes de escribir a Snape. Porque ese hombre ES Snape.

La media hora final hace que la película pase de buena a acojonante en un golpe de varita. La mejor secuencia que he visto en los libros aquí se convierte también en la secuencia estrella de la saga * Y la gran noticia, amiguitos, es que tras este jugoso capítulo, se abre boca de manera inmejorable para el que, en mi opinión, es el mejor de los libros de la serie: preparad los Expecto Patronum que para el siguiente salimos de Hogwarts a buscar las Reliquias de la Muerte.