750 millones de dólares ha recaudado en todo el mundo esta innecesaria película. Innecesaria porque no explica nada nuevo. Porque es rutinaria. Porque es el reboot más inmediato de la historia del cine. Porque nos hace perder la esperanza en la magia de la mitología cinematográfica, el amor a los films y la vida si apenas dejan un par de añitos para que olvidemos a Tobey Maguire y Kirsten Dunst. Un poco de respeto al público, coño.

Marc Webb, el director de videoclips y de esa cosa para hipsters urbanitas llamada '500 days of summer'; ese tío con complejo de Wes Anderson sin talento, ese señor con ínfulas de autor por adornar escenas con silencios entre personajes rellenados con guitarritas folk de fondo. Ese. Ese es el director de esto. Con un par, el que se permite adornar tamaña operación comercial con eso: silencios y guitarritas, sacando lo peor del armario de lo falsamente alternativo. Y olvidando la acción, el drama, la aventura, los sentimientos, la emoción. Regalando indiferencia. Los productores querían recuperar a Spider-man para una nueva generación y sin la aparente oscuridad y trascendencia de los Batman de Nolan, que todo lo contaminan.

Pues lo han conseguido. Una operación comercial impecable de 750 millones de recaudación matando todo lo bello del cine por el camino. Felicidades.

Pd: Andrew Garfield es mal actor y feo, pero siempre está en grandes producciones y harán creer a más de una (y uno) que es guapo. Un 10 para su agente. La peor TV lo está esperando en 10 años.

Pd2: NO a los inevitables cameos de Stan Lee insertados por contrato en todas las pelis de sus creaciones. ¡Hasta en este concepto están matando la magia!