La panacea de los descarriados, el agrio color del dinero, el nauseabundo olor de la muerte mientras te humedece la nuca con su aliento. Voy a matarte - dijo el nº 6- y arrancaré el corazón de tu pecho, y reiré mientras mueres sosteniendo tu agonizante corazón en mis manos. Pero NOOO, todo se reduce a una timba, a una simple apuesta, a un sencillo juego mortal. Primero fueron los gallos de pelea, después los perros de la muerte y ahora los hombres. El crepúsculo del fin de los dias, el apocalipsis se avecina, la hecatombe de occidente. Y los visitantes se preguntarán: ¿no hay salida? Pues claro imbécil, tenéis un arma cargada, apuntad hacia otro lado, el correcto, y huid con el dinero, pero poner de acuerdo a varias mentes planas a la vez resulta tedioso, eso hay que entenderlo.

Magistral y apropiado el uso del blanco y negro. Principio dubitativo y titubeante que acaba tomando forma, el suceder de las escenas pasea cadencioso por delante nuestra y nos aboca sin remedio a una historia de terror y masacre. Comencé a verla con entusiasmo y en estado de alerta, motivado por la buena crítica y un trailer esperanzador. Se cumplieron mis expectativas. La ambigüedad de ciertas escenas desembocan en claridad poco más allá, tened paciencia, el final llegará y sabréis a que habéis venido, pero no corráis. La banda sonora es insuficiente, pero derrocha brillantez en algunos pasajes, su vaiven sinuoso es frenéticamente envolvente. Sin duda si Hitchkock volviera de entre los muertos le estrecharía la mano a Géla Babluani, aunque solo fuera para agradecerle que le tuviera en cuenta. Ahí es nada.