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Voto de zitarrosa22:
10
5.8
302
Comedia. Drama
Publio Cornelio Escipión, llamado "el africano", y su hermano Lucio, llamado "el asiático", son acusados en el Senado por Catón, el Censor, de haberse adueñado de quinientos talentos, tributo de Antioco, rey de Siria. En realidad Catón no le preocupa tanto saber dónde ha ido a parar ese dinero, sino que le interesa inflingir un golpe al prestigio del Africano para evitar que, en un periodo en el que en Roma escasean los grandes hombres, ... [+]
25 de noviembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces escucho y/o leo: "Esa película es vieja, ya fue".
Lo que no me queda totalmente claro es si sería vieja por el tiempo que hace desde que la filmaron o si la época en que transcurre la historia es antigüa o si la temática que trata, cualquiera sea la época histórica, está desactualizada.
En este caso una pelicula se parecería mas a un vino que a un yogurt, ya que si este último excede su fecha de vencimiento se torna evidentemente incomible, pero en cambio un vino, al paso inexorable del tiempo, si es de mala calidad se agría o si es de buena cepa y está bien conservado, se mantiene o se mejora por añejamiento.
Lo que no me queda totalmente claro es si sería vieja por el tiempo que hace desde que la filmaron o si la época en que transcurre la historia es antigüa o si la temática que trata, cualquiera sea la época histórica, está desactualizada.
En este caso una pelicula se parecería mas a un vino que a un yogurt, ya que si este último excede su fecha de vencimiento se torna evidentemente incomible, pero en cambio un vino, al paso inexorable del tiempo, si es de mala calidad se agría o si es de buena cepa y está bien conservado, se mantiene o se mejora por añejamiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En realidad esta película es del año 1971, por lo que tiene ya 46 años, pero en realidad cuenta hechos que ocurrieron en el año 220 antes de Cristo, por lo que sería mas vieja que hacer pipi contra un muro.
La temática que trata tiene varias lecturas, aunque a mi me interesó primordialmente el desarrollo de las consecuencias de ser decente entre ladrones, digno entre indignos, riguroso entre frívolos, patriota entre cipayos.
Muchas veces los grupos humanos generan justos sentimientos contra la corrupción de sus dirigentes, pero a veces se da lo inverso (hay que tener cuidado con lo que se pide, porque a veces te lo dan) y viven experiencias extrañas de soportar a algún personaje absolutamente honesto, decente, inflexible, inteligente, virtuoso, sobrio, austero, en suma, absolutamente insoportable.
Pongamos por caso una oficina donde los jefes son todos medio "chantas", aparecen a las 9:00, se pasan 1 hora leyendo el diario, se van a almorzar y vuelven 2 horas después, se pasan por las armas a las secretarias lindas a las que luego ascienden a puestos relevantes, sus rendiciones de gastos de reintegro son piezas de realismo mágico dignas del Gabo Garcia Márquez, ponen en puestos importantes a gente que se destaca no por su capacidad sino por serles fieles informantes. A todos no ha pasado algo por el estilo y los insultamos secretamente hasta en sánscrito básico.
Ahora bien, si el sátrapa entra a las 9:00, nosotros entramos a la 8:45, si se pasa 1 hora leyendo el diario, nosotros usamos ese tiempo para escondernos a dormir una siestita en el baño, y asi todo lo demás. Es decir que la venalidad de nuestro jefe, nos permite ciertas pequeñas venalidades a los esbirros.
En cambio un jefe estricto, riguroso y austero, nos quita margen de maniobra, nos obliga a actuar en consecuencia, nos sube la vara.
Si nos vemos reflejados en ese espejo, todos somos poca cosa.
No es raro que a Scipione, glorioso héroe militar y figura incorruptible, todos (el Senado, Catón el censor, la sociedad, su esposa, su familia toda) lo aislen, lo persigan y lo acusen injustamente y lo lleven finalmente a fingirse corrupto para que lo consideren un igual, y entonces lo "perdonen generosamente" y lo reciban con los brazos abiertos en el mismo sucio chiquero en los que se revuelcan los que lo juzgaban.
La temática que trata tiene varias lecturas, aunque a mi me interesó primordialmente el desarrollo de las consecuencias de ser decente entre ladrones, digno entre indignos, riguroso entre frívolos, patriota entre cipayos.
Muchas veces los grupos humanos generan justos sentimientos contra la corrupción de sus dirigentes, pero a veces se da lo inverso (hay que tener cuidado con lo que se pide, porque a veces te lo dan) y viven experiencias extrañas de soportar a algún personaje absolutamente honesto, decente, inflexible, inteligente, virtuoso, sobrio, austero, en suma, absolutamente insoportable.
Pongamos por caso una oficina donde los jefes son todos medio "chantas", aparecen a las 9:00, se pasan 1 hora leyendo el diario, se van a almorzar y vuelven 2 horas después, se pasan por las armas a las secretarias lindas a las que luego ascienden a puestos relevantes, sus rendiciones de gastos de reintegro son piezas de realismo mágico dignas del Gabo Garcia Márquez, ponen en puestos importantes a gente que se destaca no por su capacidad sino por serles fieles informantes. A todos no ha pasado algo por el estilo y los insultamos secretamente hasta en sánscrito básico.
Ahora bien, si el sátrapa entra a las 9:00, nosotros entramos a la 8:45, si se pasa 1 hora leyendo el diario, nosotros usamos ese tiempo para escondernos a dormir una siestita en el baño, y asi todo lo demás. Es decir que la venalidad de nuestro jefe, nos permite ciertas pequeñas venalidades a los esbirros.
En cambio un jefe estricto, riguroso y austero, nos quita margen de maniobra, nos obliga a actuar en consecuencia, nos sube la vara.
Si nos vemos reflejados en ese espejo, todos somos poca cosa.
No es raro que a Scipione, glorioso héroe militar y figura incorruptible, todos (el Senado, Catón el censor, la sociedad, su esposa, su familia toda) lo aislen, lo persigan y lo acusen injustamente y lo lleven finalmente a fingirse corrupto para que lo consideren un igual, y entonces lo "perdonen generosamente" y lo reciban con los brazos abiertos en el mismo sucio chiquero en los que se revuelcan los que lo juzgaban.