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España España · España
Voto de Polimnia:
4
Comedia Babs Johnson (Divine), una guarra que vive con su gorda madre y su hijo en una caravana, acaba de ser nombrada la persona más inmunda del mundo por un periódico local. Pero los Marble, un matrimonio que, entre otras cosas, vende heroína en los colegios y venden bebés a lesbianas, no pueden consentir que Divine les supere en suciedad y depravacion, así que deciden tomar cartas en el asunto. Un filme no apto para mentes sensibles que ... [+]
27 de octubre de 2014
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Dijo François Truffaut en boca de Bertrand, protagonista de "L’homme qui amait les femmes" (1977), que “Las piernas de las mujeres son compases que recorren el planeta en todos sus sentidos, dándole equilibrio y armonía”. Pues bien, esta parece la máxima que siguió Divine en "Pink Flamingos" (John Waters, 1972), su paseo por Baltimore y su extrarradio es una de las escenas más emblemáticas para el público medio, lógicamente.

Al ritmo de “The girl can’t help it” desfila ese tercer sexo que se erige en la protagonista. Caer en la convención de mencionar que Divine “era” en realidad Harris Glenn Milstead no deja de ser una convención limitadora, y más cuando el personaje ultra-sobrepasa tales extremos. El lenguaje sigue siendo demasiado convencional para hablar de ciertas concepciones del ser.

Si utilizo la etiqueta de “espectador medio”, es para acotar el público en búsqueda de esa persona “normal”, sin afición alguna por el menú de parafilias que muy amablemente, y sin tapujos, nos brinda Waters. Basura por doquier. “Trash” que procura una sonrisa, si uno se permite otorgarse el beneplácito de intentar comprender las coordenadas de ese humor ya sin gusto, inútil la media tinta de “dudoso”.

Ciertamente, "Pink Flamingos" es una performance caduca ya en su mismo visionado, difícilmente el público generalista pediría un segundo visionado. Sin embargo, uno de los elementos alejados del universo de Divine sí es reseñable: la banda sonora. Música de los años 50 y 60, generalmente de populares bandas de cantantes de color, como The Tyrones, The Tune Weavers y The Robins; pero también con el fogonazo de incansables solistas, ahí está Little Richard; y la meliflua Patti Page, que desde luego, no debe estar nada contenta con la escena que adornó su canción.

La filmación es ostensiblemente amateur, de una pobre calidad, y Waters, al no poder grabar el sonido en exteriores, muy sabiamente convierte esta desventaja en un logro consumado, ¿cuál era la solución? La banda sonora. Música que afortunadamente acelera el ritmo de la película, cubre el excéntrico, pero débil guión; y mediante el uso de canciones aceptadas socialmente, incluso conservadoras, genera una parodia del sistema aún más estridente. Celebrar el aniversario de la protagonista con un “happy birthday” de nube de azúcar, elegante, a la vez que propio de la piruleta de Lolita, solo puede abrir el apetito a centenares de huevos. O a gallinas. Para gustos…

Reseña completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/10/27/born-please/
Polimnia
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