Es increíble como ha ido cambiando el modo de hacer el cine. Resulta inusual y bastante que hayamos llegado a una situación en que critíquemos a los guionistas por tener falta de ideas cuando hace 80 años, una sola persona tenía que encargarse de todo. Genios como Harold Lloyd, Chaplin y Buster Keaton tenían que enfrentarse al reto de superar su jugada anterior, todo un reto si tenemos en cuenta la cantidad de gags que se les ocurrían, cada uno cada vez más complicado y original. Keaton nos deleita con su increíble imaginación y su talento innato para sorprender al espectador con esta destronchante y maravillosa comedia ambientada en el contexto de la Guerra Civil Americana.

El personaje de Keaton, que resulta ser un maquinista, emprende un rescate cuando en plena guerra de secesión los yanquis secuestran a la mujer que ama y a su apreciada locomotora. Durante la película seremos testigos de las más increíbles acrobacias y gags frutos de la extraordinaria mente del gran cómico que para nuestro gozo y deleite, nos hará deleitarnos con sus increíbles jugadas. Y es que resulta impresionante la cantidad de cosas que se pueden llegar a hacer con tan solo un par de trenes y una mente brillante.

Imprescindible film que nos ofrece una visión extraordinariamente cómica y desenfadada de un conflicto bélico, que además cuneta con algunos de los mejores gags y malabarismos de todo el repertorio de ese gran genio llamado Buster Keaton. De obligada visión, pues aquí se contempla una maravillosa obra donde la sencillez y la maestría van cogidas de la mano.