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Voto de Joan Ramirez:
3
Drama El planeta ha sido arrasado por un misterioso cataclismo y, en medio de la desolación, un padre y su hijo se dirigen hacia la costa en busca de un lugar seguro donde asentarse. Durante el viaje se cruzarán con otros supervivientes: unos se han vuelto locos, otros se han convertido en caníbales. Adaptación de una novela de Cormac McCarthy, autor de "No es país para viejos". (FILMAFFINITY)
30 de septiembre de 2010
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo varios títulos para resumir lo que pienso de esta película. "Mugre Love". O bien: "Alcoholismo atómico". O, si lo prefieren, hablamos de "Las pajas mentales de un homeless". El contenido del film se resume en:

Amantísimo padre -especializado en arropar a su vástago- atraviesa con hijo angelical mundo post-apocalíptico. Ese mundo es gris, deprimente, inhóspito... y tan yermo que resulta plagado de caníbales notablemente inmorales.

Y ya está. En puridad, creo que la película no ofrece mucho más que lo descrito. Al que le apetezca… ¡adelante! pues le esperan hora y media de fétido arrobamiento paternal, de éxtasis arropando al crío con mantas que sonrojarían al más necesitado de Cáritas. Si alguien tiene tiempo, que cuente cuántas veces el sacrificado Vigo mete al puñetero niño en el saco de dormir, porque yo he perdido la cuenta.

En opinión de la capa de ozono y de los bancos de atunes, el mundo ya ha iniciado su Apocalipsis. Los personajes de la película no son del mañana, son estrictos mendigos del Nueva York de hoy, internacionalmente conocidos como homeless. Y no les falta detalle: sus barbas astrosas, su gorro de lana, las bolsas de plástico en los pies y, cómo no, el inexcusable carrito de supermercado cargado de tesoros. Y como que muchos de ellos tienen el esófago ulcerado, nuestro prota también vomita sangre.

Valoro del film que no intenten explicar el origen de la devastación del mundo. En ese sentido, coincidiendo con otros críticos de esta página, me sobran los flash-back que tienen por objeto a la mujer del protagonista. Poco añaden a la historia. Yo más bien los interpreto como los remordimientos y recuerdos dolorosos de un adicto, de un enfermo alcohólico finalmente abandonado por su mujer. El guionista, no obstante, enlaza estas regresiones a otro tema recurrente de la película: el deseo de morir frente a la adversidad absoluta.

Pero ya no me esfuerzo más en buscarle una enjundia a una película que no la tiene. Tan sólo me sorprendo de que a los americanos les guste tanto recrearse en la destrucción de su mundo y de la gran cantidad de películas que hay al respecto. Quizás así intenten exorcizar la posibilidad real que tienen de cargárselo. Lo malo sería que en realidad la estuvieran convocando. Veremos.

Finalizo con un apunte sobre canibalismo. El director del casting ya se encargó de que el niño protagonista tuviera aires de lechoncito. La casualidad ha querido que viera esta película acabando de leer “La muerte de Venecia”, de Tomas Mann, novelita que narra la atracción de un escritor senescente por un tierno efebo. ¿Acaso no se le llama a eso también la atracción de la carne? El caso es que, como que no soy homosexual, creo que ese niño… no sé… con unas patatitas…

(¿Ven como hay temas que mejor no tocarlos?)
Joan Ramirez
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