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España España · Málaga
Voto de Lukas:
5
Drama. Romance Debut del sueco Roy Andersson, que cuenta la historia de amor entre dos adolescentes de catorce años. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2024
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Dentro del ciclo que MUBI dedica a las películas sobre adolescentes (El dolor de hacerse mayor: películas coming-of-age), pude ver anoche esta precisamente, que no había visto antes. Me gusta este ciclo, que traza el viaje de la infancia a la edad adulta, con una selección de cintas de lo más interesante. Y esta lo parecía. Ni siquiera me sonaba su director, Roy Andersson, hasta que luego caí. ¡Ah!, si es el chalao que ha dirigido engendros como Una paloma se posó sobre una rama a reflexionar sobre la existencia. Con ese título, qué quieres. Pero bueno, me dejé llevar, con MUBI siempre vienen las sorpresas, a veces agradables, a veces bastante petardas. Una peli sueca de 1970…, las únicas pelis suecas que he visto son las de Bergman: algunas me gustan, otras no. La carátula está muy bien, eso sí, me encanta, con los dos jovencitos, ella con esa minifalda maravillosa…

Yo ya sabía que los suecos viven en los mundos de Yupi, y eso pasaba ya en los años 70, hay que joderse. Si de algo sirve ver esta cinta, es para comprobar que las cosas no han cambiado mucho: de aquellos polvos vinieron estos lodos. Los suecos, por lo que compruebo casi cada día (son mis vecinos), son gente estirada, insoportablemente pija, educada para nada, alcohólicos peligrosos, solapados, rubios algunos, rubias casi todas, mafiosos de gran calado. Qué podemos hacer con tanto dinero, es su canción en lo alto de la tabla. En 1970 ya se forjaba este estado de bienestar, que ahora es el no va más en el mundo mundial. Ojalá venga pronto la socialdemocracia, dice un viejete, en cierto momento. No sé en qué momento del tiempo está ambientada esta historia, pero Olof Palme ya era primer ministro de Suecia desde 1969, y hasta 1976, y luego lo volvió a ser, desde 1982 hasta su muerte, en 1986 (fue asesinado, ya lo sabemos). Desde 1969 hasta 1986 fue líder del Partido Socialdemócrata Sueco. Y vicepresidente de la Internacional Socialista, desde 1973. Es decir, un tipo cabal, uno de los mejores políticos que han existido. Para los suecos en condiciones, los que piensan, la muerte de Palme es una herida muy difícil de cerrar. En Madrid, me gustaba pasear por el Parque Olof Palme, en Usera…

Pero vayamos a la película. Lo que tenemos aquí es la contraposición de dos mundos. Por un lado, el ruidoso y absurdo mundo de los adultos, que nadie entiende, ni siquiera ellos. Por el otro, el mundo despreocupado de los chavales, que se están haciendo mayores, que ya andan con los vicios de los adultos: las motos, el ruido, el tabaco, el alcohol, el sexo tal vez… La cámara se desplaza de unos a otros, en secuencias de puro movimiento, de pura vida, sin apenas diálogos. Desde el principio, lo que interesa a Andersson es presentar a los chavales protagonistas, y esa secuencia en que toman contacto, con ese juego de miradas, es una delicia. A destacar, la fotografía cálida, puro color, de Jörgen Persson. Cierto, es un toque naturalista, muy conseguido. Desde luego, la Suecia de esa época, y la de España, están a años luz. Por ese tiempo, sin embargo, los suecos, y las suecas en particular, se volvieron locos por España, empezaron a venir a la Costa del Sol y demás lugares, y fue por eso que recibimos la primera invasión, y supimos cómo se las gastan (en la peli, una mujer escucha un disco, para aprender español, qué gracia).

La cinta transcurre lenta, lentamente, y llega el peligro del aburrimiento, el sueño. Di algunas cabezadas, inevitable: en esta historia de amor, tierna, sensible, no pasa nada, no hay que buscar donde no hay. Los chavales, rubito él, rubita él, con esos ojos verdes enormes, con esa minifalda ya mencionada, son lo mejor de una cinta, en la que el dolor de existir se manifiesta de muchas maneras. Ellos tratan de tener sus momentos de intimidad, sus besos, abrazos, momentos de silencio y belleza. Y mientras, los adultos, a lo suyo: reuniones, fiestas, venga beber y comer, venga gritar y hacer el panoli. Si en la primera reunión, con el vejete de la residencia, la cosa está más o menos controlada; con la segunda la cosa se sale ya de madre, y es un poco todo muy patético. Pero es que la cosa no ha cambiado mucho: ahora se reúnen, no pegan voces, pero beben y beben los peces en el río, por ver al dios nacido, y vuelven a beber…
Pero mira cómo beben los peces en el río
Pero mira cómo beben por ver a Dios nacido
Beben y beben y vuelven a beber
Los peces en el río por ver a Dios nacer
Hay espectadores que van buscando al rubito de Visconti, el actor que daría vida a Tadzio, en La muerte en Venecia, que se rodó al año siguiente. Yo me conformo con esta Ann-Sofie Kylin, que está más buena que un sándwich de anchoa y huevo (¡joder con los sándwiches que se comen, en esa primera reunión, sabían comer los condenados!). Menuda lolita se buscaron, los del casting… Pero la decepción llega cuando van pasando los minutos, y los jovencitos aparecen muy poco, en comparación con los malditos adultos histéricos y borrachuzos. La película, al final, es muy poquita cosa.
Lukas
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