Claro, claro, como tenemos unos ingredientes exóticos, a saber, budismo, monjes tibetanos, el enigmático y recóndito Reino de Bután, producción del propio Bután, etc, entonces tendremos como resultado una estupenda película que se desmarcará del manido y decepcionante cine de comercial capitaneado por EEUU. Pues en este caso me temo que no.
Se trata de una decepcionante película en la que dos críos (evito calificativos) mueven cielo y tierra para ver un estúpido partido de fútbol que a ninguno de los presentes en la película les va ni les viene, y todo ello aderezado con cuatro frases pseudo-filosóficas extraídas de cualquier libro-basura de autoayuda, que no vienen a cuento, pero que queda bien decirlas.
Eso sí, técnicamente la película es impecable, lo cual es bastante sospechoso para ser de Bután. Por cierto, curiosamente eso es lo que les suele pasar a esas estúpidas películas norteamericanas, técnicamente impecables pero vacías de todo contenido.
Una pena por Bután.