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Voto de Melón tajá en mano:
3
Drama Curtis LaForche (Michael Shannon) vive en un pequeño pueblo de Ohio con su mujer (Jessica Chastain) y su hija, una niña sorda de seis años. Un día, empieza a sufrir alucinaciones apocalípticas en forma de sueños. Sin saber si sus pesadillas son fruto de una enfermedad mental o verdaderas premoniciones, Curtis se esconde en su seguro refugio antitornados para afrontar una eventual tormenta apocalíptica. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2012
81 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro años después de estrenar su primer largometraje (‘Shotgun Stories’), Jeff Nichols regresa para embarcarnos en un viaje al centro de la esquizofrenia paranoide con ‘Take shelter’, película premiada por la crítica en la pasada edición del Festival de Cannes.

Protagonizada por un actor en alza como Michael Shannon, interpretando en esta ocasión a un humilde trabajador que vive en el campo junto a su mujer y su hija y que sufre terribles pesadillas en las que se ve atacado por elementos o personas que le rodean. Y sin embargo no es él quién brilla en la cinta (de hecho le vemos con ciertos problemas para abordar un perfil demasiado complejo o no muy bien escrito) sino una Jessica Chanstain que con menos escenas destila bastante más credibilidad que su pareja de ficción.

Merece la pena rescatar la escena en que el personaje se sincera con su mujer acerca de sus problemas. Los tiempos y diálogos están cuidados y se acierta plenamente en la elección del búnker como símbolo metafórico del aislamiento al que se ven sometidos quienes padecen problemas esquizofrénicos.

Lo peor de ‘Take shelter’ no es que se desinfle sino que jamás llegue a tomar el aire suficiente para formar algo definido. Pese a lograr con creces la atmósfera de la enfermedad y respirar holgadamente en ella durante los minutos siguientes al descubrimiento de la verdadera psique del protagonista, el file se hace aburrido y difícil de asimilar. El resultado no es tan sólido como se espera al principio.

Además de estar repleta de pésimos encuadres, la nueva película del director de Arkansas posee un ritmo cansino y un conflicto que esconde menos misterio de los que sugiere. Pasando por alto algunas pequeñas e insignificantes trampas narrativas del guion, la película derrocha energía en su tramo final, cuando ya es demasiado tarde para un espectador que toca fondo antes que el protagonista y que muy probablemente lleve un buen rato pensando en otros asuntos que le provoquen menos dolores de cabeza.
Melón tajá en mano
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