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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Drama Richard Jewell era un guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, el cual descubrió una mochila con explosivos en su interior y evitó un número mayor de víctimas al ayudar a evacuar el área poco antes de que se produjera el estallido. En un principio se le presentó como un héroe cuya intervención salvó vidas, pero posteriormente Jewell pasó a ser considerado el sospechoso número uno y fue investigado como presunto culpable. [+]
28 de enero de 2020
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Richard Jewell

«Los papeles que ha interpretado Eastwood y las películas que ha dirigido no se pueden desligar de la naturaleza de la cultura norteamericana del último cuarto de siglo, sus fantasías y sus realidades». Edward Gallafen.

Es inimaginable una vida de éxitos como la del californiano Clint Eastwood. Primero como actor y después como director -en ocasiones simultáneamente-, y siempre en la cima de la popularidad durante más de seis décadas. Cómo olvidar aquellos sus primeros “spaghetti western” que quedaron inevitablemente ligados al cándido asombro de mis años mozos. Después vendría la apasionante serie de “Harry el sucio” y películas inolvidables como “La leyenda de la ciudad sin ley” junto a un descomunal Lee Marvin en la probablemente mejor intervención de su fecunda carrera.
En el “El jinete pálido” y “Sin perdón”, Eastwood mostrará ya la fuerza narrativa y el desbordante caudal de talento que habrán de acompañarle en el devenir de su brillante y dilatada actividad cinematográfica. “Los puentes de Madison”, “Million Dollar Baby” o “Gran Torino” entre otras, quedarán impresas para siempre en el recuerdo de millones de espectadores.
Y es ciertamente asombroso que, a sus casi 90 años -los cumplirá el próximo mes de mayo-, este incombustible cineasta continúe en plenitud de forma mostrando una lucidez y capacidad excepcionales. Su última realización, “Richard Jewell”, es la mejor prueba de que su solvencia y maestría permanecen intactas. Basada en una historia real acontecida durante los JJ.OO. del 96 en la ciudad de Atlanta, Eastwood nos relata los hechos de forma escueta, lineal, va al grano, entra pronto en materia, aligera el guion de cualquier lastre innecesario y no utiliza ninguno de los legítimos recursos que el cine pone a su disposición. Con esa rara e indescifrable habilidad que distingue a muy pocos directores, construye un personaje entrañablemente humano, noble, tan honesto como vulnerable, capaz de provocar un sentimiento de honda empatía y de despertar en el público su maternal instinto de protección ante la fragilidad y desamparo que manifiesta nuestro protagonista, magistralmente interpretado por el actor estadounidense Paul Walter Hauser y acompañado en el papel de su madre por una convincente Kathy Bates que felizmente descubrimos en “Tomates verdes fritos” a principio de los 90.
Richard Jewell fue un personaje cincelado a la medida de los héroes que gozan de las simpatías de Eastwood y que retrata sistemáticamente en sus películas. Hombres de leyenda que forjaron la historia de EE.UU., cautivos de un inamovible código de honor por el que entienden la justicia desde un muy personal punto de vista y que, en su noble afán de ejercerla, traspasan con demasiada frecuencia las fronteras de la legalidad.
Y finalizo. Una vez más, Clint Eastwood ha hecho una gran película, veraz, intensa y emotiva, narrada con sobriedad, en la que durante más de dos horas nos deja materialmente clavados a la butaca fagocitados por el poder absorbente de su cine.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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