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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
4
Ciencia ficción. Fantástico. Acción Desde Krypton, un lejano planeta muy avanzado tecnológicamente, un bebé es enviado en una cápsula a través del espacio a la Tierra para que viva entre los humanos. Educado en una granja en Kansas en los valores de sus padres adoptivos, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner), el joven Clark Kent (Henry Cavill) comienza desde niño a desarrollar poderes sobrehumanos, y al llegar a la edad adulta llega a la conclusión de que ... [+]
20 de junio de 2013
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva batalla en la guerra entre DC Comics y Marvel Studios por el dominio de la taquilla, el reconocimiento del fan incondicional y, aunque parezca mentira, por la aceptación crítica. Mucho se ha hablado de este duelo entre colosos y lo que ello ha provocado:carteleras de verano pobladas de superhéroes, grandes directores, guionistas y actores implicados, y adaptaciones de cómic de todo tipo. Las hay buenas, las hay malas, humorísticas, fieles al original, reboots, con grandes villanos, en 3D, etc. Pero, una vez más, si hay alguien que cambió no solo el cine de superhéroes sino el cine de acción en general, ese es Christopher Nolan y su franquicia sobre el hombre murciélago encarnado por Christian Bale. No voy a profundizar en la figura de Nolan pero si en el movimiento de la Warner Bros por volver a reunirlo con David S. Goyer e incluir en la ecuación a Zack Snyder. Es incuestionable que lucir en los carteles publicitarios "del director de The Dark Knight" da mucho juego pero, más allá de cuestiones puramente financieras, el objetivo era repetir la fórmula del éxito empleada en Batman. Tono serio y solemne, reformulación de la épica, villano de altura, planteamientos morales o la humanización del héroe, entre otras cosas. Para eso tienes a Nolan y Goyer, máximos responsables junto a Jonathan Nolan de uno de los mayores triunfos taquilleros de la historia del cine. Pero, ¿Y Zack Snyder? ¿Qué aporta a priori? Si revisamos fugazmente la carrera de Snyder nos encontramos con que su auténtico fuerte es su arriesgado estilo visual, que integra en la propia narración y se hace indivisible de la propia historia. Nadie se imagina Blade Runner (Ridley Scott, 1982) con otra estética, es parte fundamental de su encanto y aplauso generalizado. Snyder obra de igual forma en cada una de sus películas, aunque no siempre le haya salido bien la apuesta. Consiguió adaptar la novela gráficamaldita e inadaptable, Watchmen (2009), con un resultado pocas veces visto en pantalla, en la que yo considero su auténtica obra maestra. Al igual que ocurría con 300 (2006), donde la sangre y la violencia mutaron en rabioso y armonioso arte, guiando al siguiente nivel lo que los hermanos Wachowski habían engendrado siete años antes con Matrix (1999). Incluso en tropiezos como Legend of the Guardians (2010) o Sucker Punch (2011), las críticas coincidían en destacar su innegable talento para con los efectos especiales y su exclusivo sentido de la estética. En su ópera prima, Dawn of the Dead (2004), se apoya en una excelente fotografía de Matthew F. Leonetti, confirmando que, de una u otra forma, siempre ha cuidado el aspecto formal de sus películas. Es por ello que se suponía el director indicado para devolver la gloria a uno de los personajes icónicos del cómic y de la televisión:Superman. Y si de algo no podemos acusar a Snyder es de no dejarse toda la carne en el asador, de no buscar diferentes alternativas para sorprender al espectador y de usar absolutamente todos los elementos a su disposición.

Snyder empieza fuerte con un prólogo donde combina con pericia y equilibrio la acción más espectacular y el drama familiar íntimo (no lo volverá a hacer hasta el final de la película), además de presentarnos de forma contundente al villano de la función, un Michael Shannon muy cómodo en su papel (con ese físico tan característico, era carne de villano de Hollywood más pronto que tarde). Es en este tramo donde aflora el verdadero Snyder y se permite el lujo de finiquitar dicha presentación con una eficaz elipsis temporal de treinta y tres años a lo 2001 (Stanley Kubrick, 1968). Los problemas surgen de lo que viene a continuación, pues toda esa fuerza y rabia inicial queda anestesiada por un drama familiar y personal reiterativo y reincidente en sus defectos. Es momento para narrar los inicios de Superman y el método elegido para ello no podía ser más erróneo, pues Goyer y Snyder deciden estirar en demasía este proceso mediante la utilización de flashbacks. Es cuanto menos cuestionable la exagerada duración de la etapa inicial del héroe, máxime cuando en el fondo y en lo psicológico, no se atisba una gran diferencia con los traumas y cuestiones morales de Spiderman, Batman y cía. En estos años hemos tenido la oportunidad de contemplar el origen de muchos superhéroes, el porqué de sus poderes o miedos, y es por ello por lo que creo que Snyder y Goyer, creyendo que tenían entre manos un material más original de lo que realmente es, han optado por desechar la acción durante ochenta minutos y centrarse únicamente en el personaje. Y eso está muy bien. Pero como dije antes, no en esos términos. No recurriendo constantemente a flashbacks explicativos, fatigosos y aburridos que lo único que consiguen es ralentizar la trama e impedir que la narración se desarrolle. Realmente, el montaje en flashbacks es la narración, por lo que se produce un contrasentido alarmante, ya que de lo que depende la historia para avanzar es de la mayor rémora del film. Lo que viene a ser tener el enemigo en casa. De hecho, cuando los blandengues momentos familiares de la película dejan paso a algo más interesante, inmediatamente es cortado por un flashback, en lo que parece ser algún tipo de broma interna de Snyder y cía con el espectador como víctima. Durante uno de esos momentos en los que las charlas trascendentales bordean lo paródico, tuve tiempo de montar mentalmente la acción de manera lineal en mi cabeza. Para mi sorpresa, desechando las alteraciones temporales y ejecutando el relato a la manera tradicional, la proporción entre drama y acción hubiera dado lugar a resultados más ecuánimes y, por lo tanto, más digeribles. El excesivo tembleque de cámara (tan de moda últimamente en Hollywood), los innecesarios reencuadres y el abrir/cerrar plano de manual, consiguen el efecto contrario al de los motivos de su utilización, torpedeando en parte la correcta percepción de la acción.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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