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Voto de Don Simón:
9
Comedia Narra un día en una escuela de Belgrado. Marcado por dos hechos: la limpiadora se jubila al día siguiente, y hoy le hacen una fiesta de despedida. Y por otra parte, la profesora de inglés ha denunciado a uno de sus compañeros: afirma que le obligó a iniciar una relación bajo amenazas gracias a su abuso de poder. (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vía nacional hacia el socialismo de Yugoslavia tras la ruptura con Stalin se denominó autogestión. Como tantas cosas en Balcanes, era lo que era sin serlo y parecía lo que no parecía porque no lo era aunque lo era. Es decir, era un tinglado. Existía una decentralización económica a varios niveles, que se suponía que alcanzaban hasta los centros de producción, controlados por sus propios trabajadores, pero en realidad el partido, que era uno, controlaba todo. Era una economía centralizada con apariencia de descentralización y, eso sí, sufrió los problemas de ambos modelos. El fundamental fue el descontrol del gasto. Yugoslavia vivió de la deuda y creció gracias a ella. Llegados los 80, hasta los ayuntamientos podían comprar deuda en los mercados occidentales. El resultado fue que entre 1981 y 1985 hubo un descenso del nivel de vida y poder adquisitivo de más de la mitad. Si hablas con yugoslavos que vivieron aquella época, recordarán con humor la reuniones a la que les obligaba la autogestión en sus centros de trabajo. Del mismo modo, recordarán el nepotismo que suponía, de enchufes y redes familiares, la creación de puestos de trabajo fantasmas y cómo se ocupaba la empresa de toda tu familia en sentido estricto. Hasta le hacía regalos a tus hijos por Navidad. La productividad de todo aquello quedó comprometida tras la crisis del petróleo, la ayuda del FMI a México, que le impidió asistir a Yugoslavia y la crisis industrial de todo el mundo occidental, sumado a la del comunismo en general. Ya sabemos que a Yugoslavia se le atragantó el proceso que debería haber conducido al desmantelamiento del sistema comunista y desencadenó nacionalismos y guerras.

En esta película se muestra la autogestión en una escuela. El descontrol del gasto está presente en cada detalle, hasta crean un canal de televisión propio para registrar los eventos que celebran. La corrupción de baja intensidad también aparece en numerosas circunstancias, como la profesora que organiza todas las excursiones a un mismo lugar porque tiene acuerdos secretos con los autobuseros. Etc... etc... En general, los profesores no están a lo que tienen que estar, son individualistas, egoístas y frustrados. Uno dice que como carpintero podría tener un Volvo y ahí está "con los putos críos".

La protagonista es kevo, de keva, que es el slang de "madre". La señora que limpia las instalaciones. Ella no tiene ocasión de tener problemas sentimentales, no hace más que trabajar, desde primera hora. Explotada en el trabajo y en casa. Se lo especifican, que también trabaja "en casa". Porque si leemos el feminismo surgido en Yugoslavia, una crítica que hacía era que la revolución no había liberado a la mujer realmente. Como metáfora, vemos que el finiquito que le dan a la limpiadora hay una pugna por robárselo con diferentes picarescas...

Film crítico con el sistema, atrevido, moralista quizá. Pero de precisión y gran acierto, a la vista del desmoronamiento posterior de todo este sistema sin ninguna solución de continuidad. Es bonito, sin embargo, observar toda esa arquitectura racional del colegio, se aprecia lo que tuvo que ser construir esos centros de la nada. Pero, como es obsesión en el cine de Goran Markovic -sobre todo lo señaló en Vec vidjeno- la "alegría" del sistema era de cartón piedra y debajo estaban siempre las fuerzas atávicas, insatisfechas, llenas de rencor.
Don Simón
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