Cuando llevas alrededor de una hora viendo lo que parece una película convencional, una comedia blanda de sobremesa que, aunque entretiene, sabes que no vas a recordar mucho tiempo, aparece Abigail repartiendo regaliz sin contemplaciones. De esta forma tu atención sobre la película pasa a ser diferente, sin dejar de estar viendo una película del montón, tu cerebro hace "clic" y tu conciencia despierta. El tema lo merece, y la forma en que la película entra de lleno en la cuestión sorprende, un cuento gracioso desemboca en una dura realidad que a todos nos ha afectado en nuestra vida en mayor o menor medida, y si para algo vale esta película es para cambiar la forma de ver a estas personas a las que el negro regaliz les ha invadido la vida, y el cuerpo. Siguen estando vivas y tienen menos tiempo que los demás para disfrutarlo, y encima, todos los que hemos pagado nuestra entrada al cine, vamos a ayudar a que esto suceda, Paul Newman mediante.