Gracias, estimado Woody Allen por regalarnos esta obra monumental que nos ha hecho reir y reflexionar a partes iguales. Gracias por tu humor tremendamente surrealista, y por esos gags que sólo se te podrían ocurrir a tí. Gracias por sacarnos del tedio diario creando una historia de una frescura, una lucidez y una complejidad de la que pocas películas pueden presumir. Gracias por el inolvidable momento del actor desenfocado. Gracias por las conversaciones y los monólogos que has creado, por los personajes de esta historia, por el pasmoso y perfecto puzzle que has creado y que dota a tu película de una personalidad única. Gracias por contarnos parte de tu vida. Gracias por hacernos disfrutar de todas las sátiras y críticas que desfilan ante nosotros durante hora y media. Gracias por hacernos sentir que el dinero gastado en el videoclub ha servido para algo. Gracias.
Esperamos que algún día nos vuelvas a sorprender con algo igual.