Todavía no tengo claro si esos ingredientes propios de algunas obras de los hermanos Marx, tales como los números musicales (algunos de ellos ridículos) o las preciosíiiisimas historias de amor entre dos tortolitos que en esta era en la que el amor es sexo carecen del más mínimo interés, son una perra imposición de la productora o si son un relleno que cubre la falta de ideas de Groucho y cía. a base de metraje vacío, evitando que la peli se quede corta.

No lo sé. Pero me gusta pensar que son lo primero, y que esta peli no es tan buena como podría porque, a pesar de que el trío cómico protagonista (en el que, esta vez, Groucho se lleva el gato al agua con abismal diferencia) tenga algunos momentos no demasiado afortunados, su genial sentido del humor se ve cohibido por la necesidad de aliñar el producto con el aceite rancio que el pueblo quiere.