Es un buen documental. Si Oliver Stone hubiera hecho algo así con "The Doors", todavía nos estaríamos acordando de aquello. Bravo por Scorsese, que ha sabido rescatar con inteligencia y sobriedad los momentos más interesantes de Dylan. El documento de las estrevistas que le hacían es fenomenal. Consigue que el público corriente se ponga en el lugar de una figura como Dylan, y pueda entenderse por qué todas las estrellas de rock se quejan de la estupidez que les rodea. Basta, inclusive, con escuchar algunos de los trestimonios de americanos supuestamente influyentes para llegar a esa conclusión: "el genio" de Dylan, "la genialidad", "el chamán"... me parece todo un poco exagerado. Pero, bueno... Dylan es Dylan, y no creo que aquí se nos muestre como un genio, sino más bien como un chico excepcionalmente tímido que supo crear su propio lenguaje con honestidad y grandeza, y devolvérselo al público de la única manera que sabía hacerlo: siendo él mismo. Cuando Dylan canta contra el mic con un fondo negro y sólo se ve su cabecita de angelote y sus ojos de niño bueno, se capta su magia. Las imágenes son excelentes, y la selección de momentos intimistas me ha encantado. Buen trabajo.