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España España · Madrid
Voto de Pedro:
4
Drama. Comedia Marcello Rubini es un desencantado periodista romano, en busca de celebridades, que se mueve con insatisfacción por las fiestas nocturnas que celebra la burguesía de la época. Merodea por distintos lugares de Roma, siempre rodeado de todo tipo de personajes, especialmente de la élite de la sociedad italiana. En una de sus salidas se entera de que Sylvia, una célebre diva del mundo del cine, llega a Roma, cree que ésta es una gran ... [+]
25 de mayo de 2008
155 de 207 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un buen ejemplo de una supuesta obra maestra que se consolidó rápidamente como tal, y a pesar de haber claramente perdido el significado y la fuerza que en su día a muchos deslumbrara, sigue encandilando todavía, ésa es “La dolce vita”.

Fellini, con un gran manejo técnico, construye un conjunto de cuadros sociales diferentes entre los cuales el personaje interpretado eficazmente por Marcello Mastroianni sirve de nexo de unión. En ellos puede apreciarse una crítica a la clase acomodada, a la prensa, al modo de vida de cierta esfera en la Roma de finales de los cincuenta. Todo ello supuso cierta revolución temática y formal que fue muy aclamada y se tomó como un revulsivo dentro del panorama dominado aún por reminiscencias neorrealistas.

Sin embargo, vista hoy intentando olvidar lo más objetivamente posible lo que fue y algunas de sus imágenes iconográficas como la del baño en la Fontana de Anita Ekberg, encontramos un contenido que no es lo que era, porque fue más un fenómeno de actualidad, una moda, un capricho, quizás como las propias pinceladas que se dibujan en las escenas festivas y despreocupadas del argumento, que una obra verdaderamente universal y llena de fuerza.

Algo podemos salvar hoy… Tal vez la composición fílmica y la estructura sigan sirviendo como buenos ejemplos en escuelas de cine, alguna escena como la declaración de amor con Mastroianni sentado solo en una silla en medio de la habitación vacía, el drama del amigo suicida o alguna que otra brillante interpretación como la del protagonista y la de Anouk Aimeé. Sin embargo, resta mucho más la larga duración que se pierde en alborotadas composiciones de personajes que comunican poco narrativamente y comparadas con otros trabajos cinematográficos incluso de la época tampoco tienen una excesiva belleza visual o poética como para subsanar el tedio argumental. “La dolce vita” (1960) no es por ejemplo “Viridiana” de Buñuel (1961), película crítica y descriptiva de unos personajes con excelentes cuadros llenos de riqueza simbólica; ni siquiera es “Plácido” de Berlanga (1961), una crítica social con distintos frescos de personajes pero cuyo hilo argumental mantiene la viveza.

En definitiva, una película que vive más de lo que fue que de lo que es.
Pedro
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