En Canarias a nivel de mucha amistad, cuando alguien hace algo grandioso, se dice: Te la mandaste. Pues para mí, George Seaton se la ha mandado a lo bestia.

Si con 49 años he disfrutado con ésta película como un niño, no me quiero imaginar como lo hicieron aquellos que la disfrutaron dede 1947 en adelante. Siempre he dicho que para contar una buena o magnífica historia, no hace falta ni un elenco conocido, ni efectos especiales, ni presupuesto, ni una gran fotografía, ni tan siquiera unos exteriores maravilloso, simplemente que lo que te cuenten, te llegue al corazón y eso aquí llega por completo.

¿La razón? La inocencia. No perder jamás la inocencia infantil, ni la ilusión y mucho menos en fechas navideñas. Imagina por un momento que va a comenzar un desfile de carrozas y en la que va Papa Noel, la persona que lo imita, está borracha y lo sustituye...el verdadero Santa Claus, o eso dice él. Y todo parece parte de una broma, pero una vez acabado el desfile, sigue insistiendo que es cierto lo que cuenta.

A partir de aquí, son muchas las vivencias y anécdotas alrededor de dicho protagonista, con niños de por medio, en especial una jovencísima Natalie Wood, quién tendría una vida artística muy grande, pero no muy larga debido a su pronto fallecimiento en un accidente que sigue siendo un misterio para muchos. Richard Attenborough, está genial en el papel del Papa Noel o loco según se mire.

Hay un apartado que me gustó mucho, la parte en la que Papa Noel invita a los clientes en cuyos almacenes está trabajando, a acudir a la competencia si tenían mejores productos y los otros copian su ejemplo, ojalá hoy día existiera algo así y no el ponerse de acuerdo las diferentes empresas para mantener los precios elevados.

Muy recomendable, como experiencia personal decir que se me unió un niño de 12 años que no sale de ver dibujos animados y durante más de media hora, no quitó los ojos de la pantalla. Otra victoria del cine clásico.