Pues bien, una vez terminada la trilogía he de reconocer que Francis Ford Coppola estaba en su pleno apogeo en cuanto a realización y dirección, después del año 1992 comenzaría en mi opinión ojo, su decadencia como director. Ya en la segunda parte nos sorprendió a todos mostrando algo complejo y verosímil en cuanto a buen cine se trata y dejó a un lado la famosa frase de nunca segundas partes fueron buenas. Dio un giro inesperado mostrando algo nuevo e interesante.

Y la gente se preguntaba que podría pasar por la cabeza del director para esta última entrega. Creo que ha acertado de pleno en la estrategia. Ya habíamos disfrutado de dos entregas basadas exclusivamente en el mundo de la mafia y las familias que los rodean y aquí se da un giro argumental bastante interesante. Michael Corleone se hace mayor y sabe en que mundo se ha estado moviendo tanto él como su padre en el pasado y no desea eso para sus hijos y menos aún cuando se entera que su primogénito quiere encausar su futuro hacia la música y se aleja sobradamente de los planes de su padre. Para ello moverá todos los hilos al alcance de su mano para legalizar todos sus negocios y dejarlo todo limpio y transparente para un futuro tranquilizador a su prole. Para ello se acerca bastante al Vaticano como herramienta para lograr tal fin. Los problemas aparecen cuando alguien de las otras familias de la mafia, no está de acuerdo con el abandono de Corleone o se da cuenta de que el propio Vaticano es manejado por gente mucho más peligrosa de lo que imaginaba y tanto su vida como la de sus allegados correrá un serio peligro.

Durante este tiempo disfrutaremos en pantalla del cambio que quiere realizar Michael, también en lo personal, una redención por sus pecados del pasado, en especial por la muerte de su hermano Fredo, pero el que nace perro muere perro y se dará cuenta de que es misión imposible. Me ha gustado mucho la inclusión del personaje de Vincent Mancini el hijastro del hermano mayor de Michael, quien interpreta magistralmente Andy García. El típico ítalo-americano con sangre calienta y pistola rápida de desenfundar. Al cual intentará adiestrar su tío Michael. Por otro lado sigo sin entender la mala crítica hacia la actuación de Sofía Coppola, no estuvo de diez, pero tampoco para echarla a los leones.

El cierre del tercer acto es soberbio, con la acción acompañada con la banda sonora en directo de lo acontecido en el teatro, la familia Corleone sin una situación trágica, no sería Corleone. Atención también a la emboscada de los miembros de las diferentes familias.

Y me podrán llamar clásico o lo que sea, pero me gustó muchísimo la escena final que pone el punto a la saga.