De entre los muchos calificativos que se le pueden poner a esta película, "impresionante" es el que me viene por más motivos a la cabeza.
Resulta así en primer lugar por las actuaciones. La de Francisco Rabal probablemente sea de las mejores y más impactantes que haya dado el cine español, cuyo "milana bonita" ya ha pasado a la historia de nuestro cine. Pero tampoco se queda muy atrás la de Alfredo Landa, que realiza una actuación tan natural que realmente parece no estar actuando. Landa, tan desaprovechado en tantas malas películas españolas de los 60 y 70, demuestra en un puñado de películas (entre las que se encuentra ésta) que es un actor enorme.
La dirección también resulta excelente. Tanto la manera de llevar la historia, que mantiene en todo momento el ritmo, como la dirección de actores, consiguen decir aún más cosas de las que se cuentan explícitamente en la película.
Y por último, por supuesto, la historia de Miguel Delibes, a la que de nuevo le viene como anillo al dedo el adjetivo de "impresionante"; todo esto crea la base para hacer un peliculón como ha resultado ser "Los Santos Inocentes". Podría no haber sido así, ya que existen películas con todas estas características pero que no llegan al espectador, son "frías": y aquí es donde esta película se lleva la palma, ya que si algo consigue, es, precisamente, llegarte a lo más hondo.