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Voto de burton:
9
7.1
72,480
Drama. Comedia
Raimunda (Penélope Cruz) es manchega, pero vive en Madrid. Está casada con un obrero en paro (Antonio de la Torre) y tiene una hija adolescente (Yohana Cobo). Su hermana Sole (Lola Dueñas) se gana la vida como peluquera. Ambas echan de menos a su madre (Carmen Maura), que murió en un incendio. Pero, inesperadamente, la madre se presenta en casa de su hermana (Lampreave); después va a ver a Sole, a Raimunda y a Agustina (Portillo), una ... [+]
31 de enero de 2007
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Almodóvar vuelve a ser un poco más de lo mismo, lo cual tratándose de quien se trata no es poco.
Sus personajes marginales en una cosmovisión dominada siempre por el carácter femenino y en el contexto de una España anclada aún en los coloristas años 80, cuando el arte era entendido como un paso arriesgado hacia delante, sin reparar en que en el contenido más que en la forma estaba y está la genuina pose o actitud del "ars gratia artis".
En aquellos años donde incluso la más burda muestra de escatología era elevada a la categoría de obra maestra apoyada en la falsa coartada del riesgo de la novedad, en el abrirse al aire libre a respirar oxígeno puro y no el aire viciado y grisáceo con que hasta hacía bien poco el caudillo nos "alimentaba".
Su universo colorista entronca de frente con la tradición del pop art warholiano, con la mágica dupla "K" (Kieslowski y Kubrick) en el campo de la experimentación cinematográfica, porque pese a todo Almodóvar no se equivocaba nunca, o casi nunca (tal vez él fuera uno de los pocos que dió con la clave exacta).
La película bebe de todo ésto e incluso de la tradición española (las plañideras, el amor por lo fúnebre, los fantasmas del pasado, los espíritus, los santos, la procesión, la tendencia a lo hiperbólico, a lo vitriólico, a la tragedia, al victimismo. E incluso aspectos del tardo franquismo como lo macarra cañí, lo casposo, lo cutre) y manchega (al viento solano que azota aquellas latitudes en Alcanfor de los Infantes en territorio manchego), haciendo frente a la adversidad de la vida, a los recuerdos.
Pero es que Almodóver bebe también de Visconti y su "Bellísima" e incluso de Fellini y su "Ginger e Fred", en ambos casos por aquello de su acerada crítica al mundo de la telebasura en programas de remembranzas tan cotidianas como "Donde quiera que estéis"... ó del magistral "Chinatown" de Polanski por razones tamáticas de impacto final...ó del mencionado pop art warholiano, e incluso homenajea también por enésima vez a ese manchego universal que era nuestro entrañable e ingenioso hidalgo "Don Quijote de la Mancha" del maestro Cervantes.
El mundo de los muertos se entremezcla siguiendo la más ferviente tradición española con el mundo de los vivos,y los cantos quejumbrosos que entonan las insidiosas plañideras llenan el ambiente del carácter fúnebre, solemne e hiperbólico de lo español adecuándose al gardeliano tango de aquel "volver con la fente marchita" de nuevo al pasado...
Como recurrentemente nos plantea Almodóvar.
ÓPTIMA.
Sus personajes marginales en una cosmovisión dominada siempre por el carácter femenino y en el contexto de una España anclada aún en los coloristas años 80, cuando el arte era entendido como un paso arriesgado hacia delante, sin reparar en que en el contenido más que en la forma estaba y está la genuina pose o actitud del "ars gratia artis".
En aquellos años donde incluso la más burda muestra de escatología era elevada a la categoría de obra maestra apoyada en la falsa coartada del riesgo de la novedad, en el abrirse al aire libre a respirar oxígeno puro y no el aire viciado y grisáceo con que hasta hacía bien poco el caudillo nos "alimentaba".
Su universo colorista entronca de frente con la tradición del pop art warholiano, con la mágica dupla "K" (Kieslowski y Kubrick) en el campo de la experimentación cinematográfica, porque pese a todo Almodóvar no se equivocaba nunca, o casi nunca (tal vez él fuera uno de los pocos que dió con la clave exacta).
La película bebe de todo ésto e incluso de la tradición española (las plañideras, el amor por lo fúnebre, los fantasmas del pasado, los espíritus, los santos, la procesión, la tendencia a lo hiperbólico, a lo vitriólico, a la tragedia, al victimismo. E incluso aspectos del tardo franquismo como lo macarra cañí, lo casposo, lo cutre) y manchega (al viento solano que azota aquellas latitudes en Alcanfor de los Infantes en territorio manchego), haciendo frente a la adversidad de la vida, a los recuerdos.
Pero es que Almodóver bebe también de Visconti y su "Bellísima" e incluso de Fellini y su "Ginger e Fred", en ambos casos por aquello de su acerada crítica al mundo de la telebasura en programas de remembranzas tan cotidianas como "Donde quiera que estéis"... ó del magistral "Chinatown" de Polanski por razones tamáticas de impacto final...ó del mencionado pop art warholiano, e incluso homenajea también por enésima vez a ese manchego universal que era nuestro entrañable e ingenioso hidalgo "Don Quijote de la Mancha" del maestro Cervantes.
El mundo de los muertos se entremezcla siguiendo la más ferviente tradición española con el mundo de los vivos,y los cantos quejumbrosos que entonan las insidiosas plañideras llenan el ambiente del carácter fúnebre, solemne e hiperbólico de lo español adecuándose al gardeliano tango de aquel "volver con la fente marchita" de nuevo al pasado...
Como recurrentemente nos plantea Almodóvar.
ÓPTIMA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En el cementerio de la localidad manchega de Alcanfor de los Infantes se encuentran dos generaciones de una misma familia honrando la gloria de una tercera generación ya fenecida, la de los padres que les "abandonaron", junto a unas lugareñas que se encuentran abrillantando los sepultos en medio de un pertinaz viento solano.
Se trata de Raimunda (Penélope Cruz), ama de casa, de su hija biológica Paula (Yohana Cobo) y de su hermana Sole (Lola Dueñas) que trabaja en su casa de peluquera.
Ambas viven en Madrid, y su vida personal es un fracaso, pues mientras Raimunda está casada con un obrero que ha adoptado a su hija, y al que de la noche a la mañana despiden de su trabajo, Sole vive de fracaso en fracaso sin pareja estable.
Estando en Alcanfor, lugar de su infancia a donde vuelven esporádicamente para honrar la memoria de sus progenitores muertos en un incendio azuzado por el solano y que antaño asolara su casa, aprovechan para visitar a su tía materna Paula (Chus Lampreave), quien empieza a acusar los primeros síntomas de demencia senil.
Pese a ello y misteriosamente todo en su casa parece estar perfectamente predispuesto para su visita (los bollos, la bicicleta estática, todo está asombrosamente dispuesto como antaño).
A la tía Paula le cuida la vecina Agustina (Blanca Portillo) que anda intrigada por el pasado de sus padres.
Agustina les cuenta la leyenda del pueblo de que algunos han visto el espíritu de su madre Irene (Carmen Maura) pulular por la zona.
De regreso a Madrid, donde actualmente viven las dos hermanas se encuentran con el siguiente panorama; Paco (Antonio de la Torre), el marido de Raimunda y que lleva una relación bastante extraña con su ahijada Paula, acaba de ser despedido por lo que de nuevo Raimunda se plantea volver a trabajar.
Así que aprovechando que su vecino de comunidad Emilio (Carlos Blanco) se marcha a Barcelona a vivir y deja vacío su restaurante vecino a su casa, Raimunda decide probar suerte como empresaria.
Una noche, al llegar a casa Raimunda se encuentra con que su hija acaba de matar a su padrastro Paco por sobrepasarse por enésima vez con ella. Protectora, Raimunda encubre a su hija escondiendo provisionalmente el cadáver de su marido en un arcón del restaurante de Emilio.
Sorpresivamente reaparece en escena Irene, la madre de Raimunda y Sole quien todos estos años simuló estar muerta ya que en realidad, fue ella quien mató a su marido y padre de ambas al enterarse de que andaba liado con la madre de su vecina Agustina, y de que fue también su marido quien tuvo su hijo-nieto en una relación incestuosa con Raimunda de la que nació Paula.
Irene que todos estos años ha vivido cuidando de su hermana, se esconde ahora en casa de su hija Sole, entablando poco a poco amistad con todos salvo con Raimunda con la que finalmente intima.
Al final, y después de encontrarse todos de nuevo con el pasado, se reagrupan como una verdadera FAMILIA.
Se trata de Raimunda (Penélope Cruz), ama de casa, de su hija biológica Paula (Yohana Cobo) y de su hermana Sole (Lola Dueñas) que trabaja en su casa de peluquera.
Ambas viven en Madrid, y su vida personal es un fracaso, pues mientras Raimunda está casada con un obrero que ha adoptado a su hija, y al que de la noche a la mañana despiden de su trabajo, Sole vive de fracaso en fracaso sin pareja estable.
Estando en Alcanfor, lugar de su infancia a donde vuelven esporádicamente para honrar la memoria de sus progenitores muertos en un incendio azuzado por el solano y que antaño asolara su casa, aprovechan para visitar a su tía materna Paula (Chus Lampreave), quien empieza a acusar los primeros síntomas de demencia senil.
Pese a ello y misteriosamente todo en su casa parece estar perfectamente predispuesto para su visita (los bollos, la bicicleta estática, todo está asombrosamente dispuesto como antaño).
A la tía Paula le cuida la vecina Agustina (Blanca Portillo) que anda intrigada por el pasado de sus padres.
Agustina les cuenta la leyenda del pueblo de que algunos han visto el espíritu de su madre Irene (Carmen Maura) pulular por la zona.
De regreso a Madrid, donde actualmente viven las dos hermanas se encuentran con el siguiente panorama; Paco (Antonio de la Torre), el marido de Raimunda y que lleva una relación bastante extraña con su ahijada Paula, acaba de ser despedido por lo que de nuevo Raimunda se plantea volver a trabajar.
Así que aprovechando que su vecino de comunidad Emilio (Carlos Blanco) se marcha a Barcelona a vivir y deja vacío su restaurante vecino a su casa, Raimunda decide probar suerte como empresaria.
Una noche, al llegar a casa Raimunda se encuentra con que su hija acaba de matar a su padrastro Paco por sobrepasarse por enésima vez con ella. Protectora, Raimunda encubre a su hija escondiendo provisionalmente el cadáver de su marido en un arcón del restaurante de Emilio.
Sorpresivamente reaparece en escena Irene, la madre de Raimunda y Sole quien todos estos años simuló estar muerta ya que en realidad, fue ella quien mató a su marido y padre de ambas al enterarse de que andaba liado con la madre de su vecina Agustina, y de que fue también su marido quien tuvo su hijo-nieto en una relación incestuosa con Raimunda de la que nació Paula.
Irene que todos estos años ha vivido cuidando de su hermana, se esconde ahora en casa de su hija Sole, entablando poco a poco amistad con todos salvo con Raimunda con la que finalmente intima.
Al final, y después de encontrarse todos de nuevo con el pasado, se reagrupan como una verdadera FAMILIA.