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Voto de Reaccionario:
8
Drama A la muerte de su hermana Rosa, Tula recibe en su casa la compañía de su cuñado Ramiro. La convivencia entre Tula y su cuñado, al principio, no está exenta de roces y tensiones, sobre todo cuando Emilio, que desea casarse con Tula, pretende que Ramiro haga valer su influencia sobre ella para facilitarle sus planes de boda. Pero Ramiro se siente atraído por su cuñada, atracción que se ve favorecida por la vida en común. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2014
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así, como susurrándolo a solas aunque en una estación de trenes, esa es una buena síntesis de "La tía Tula", película que aunque puede confundir en sus múltiples lecturas, ofrece las claves para una interpretación correcta. Por ejemplo, ese "Ramiro", esas cartas leídas o ese gesto de rabia tras el asalto sexual, no ofrecen ninguna duda. En todo caso, soberbia adaptación de la novela de Unamuno escrita en 1907 pero publicada en 1921, que entre otras consideraciones te confirma en la idea de que el cine clásico español está a la altura si es que no lo supera del que se rodaba en los Estados Unidos. Obra realmente inteligente, de personajes muy complejos, lenguaje simbólico y tensión sexual manifiesta, morbosa, y dale con hacer la cama, inquietante y pasional. Es curioso, por ejemplo, comprobar que todas las escena, hasta la más mínima mirada, tienen un significado. Puestos a hurgar, me interesa una barbaridad saber qué paso antes de que la mujer de Ramiro (Carlos Estrada) y hermana de Tula (Aurora Bautista, portentosa) falleciera. Intuyo que ya había fuego aunque sepultado antes que ella fuera a casa de su cuñado para cuidarlo a él y a sus hijos. Por cierto, que la pequeña está para comérsela.

Se repite como un mantra que lo que vemos es la historia de una represión sexual. Sin embargo, no es así. Se ve que hay que tener una especial agudeza para entender a Tula, mujer orgullosa, formal, hacendosa y de gran corazón pero también amorosa y sexual, si le dan la oportunidad. Vamos, una máquina. El propio Miguel Picazo hace hincapié en el carácter sensual de ella. Más bien, guerra de sexos, en la que la rudeza masculina destruirá la fragilidad femenina, el llanto de la niña anticipa al de la tía, por eso algunos confunden esta defensa de lo femenino con el feminismo, que es otra cosa. La clave de todo está en la confesión: "Yo no soy remedio de nadie". Tula no es un desahogo, sino que aspira a que la amen de verdad cosa que él nunca le dice. Al final, la culpa es de Ramiro. Pero es más, el concepto de represión sexual dentro del franquismo es tremendamente ambiguo. Rara vez se hablaba a las claras, pero junto al discurso oficial más asexuado, bullían mitos, fantasías e ideas tradicionales que seguían insistiendo en la conexión entre la lujuria y lo femenino. Se citan textos falsos para reforzar una posición errónea mientras orillamos los que rompen nuestros estereotipos (SPOILER visible).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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