Prometo que hubo un momento en el que recibí con pesar la reanudación de la película. No me lo puedo creer pero prefería seguir viendo la publicidad antes que "Street Dance, ¡a bailar!". De hecho los primeros 60 minutos son horripilantes, un verdadero bochorno, que convierte en un misterio el que haya seguido viéndola. Luego, más o menos cuando se ponen a bailar de verdad, la cosa se anima algo, incluso desemboca en una recta final que te deja buen sabor de boca, cosa que parecía imposible durante todo el principio. De todos modos, lo único que tiene este trabajo son unas vistosas coreografías aunque tampoco son muy espectaculares, que además son de un estilo de baile que no es de mis favoritos. Del resto de la película, no vale la pena hablar mucho, pues el guión es tan malo y tan blando como temía, dada la temática.

De los actores, la protagonista, Nichola Burley (parecido razonable, pero más fea, con Diane Kruger. Hay otra joven por ahí que se asemeja a Paula Prendes) realiza una de las peores interpretaciones que recuerdo pero es en la faceta de bailarines profesionales en la que el resto cumple. De todos modos, a mi la que más me ha gustado ha sido Lil Steph, la chica que parece china, pero no la que hace ballet sino la otra, y que en realidad es danesa. Ahora bien después de obligarme a ver esta "Street Dance, ¡a bailar!" pienso vengarme con otras similares pero con actrices que me gustan: "A por todas" (2000) con Kirsten Dunst; "Honey" (2003) con Jessica Alba; y especialmente "Make It Happen" (2008), con la bella Mary Elizabeth Winstead realizando unos números de una sensualidad tal que puede provocar infartos, a mí casi me da algo. Avisados quedáis.