Desconocía que el doctor Dolittle naciera a partir de la pluma de un escritor británico, Hugh Lofting, que por cierto tuvo una vida de lo más movida e interesante, allá por los tiempos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando desde las trincheras escribía a su familia cartas ilustradas e historias de este extraño señor que podía comunicarse con los animales, porque la realidad era demasiado horrible para ser contada a los suyos. Es decir, que fue un modo maravilloso de crear un personaje. En concreto la presente "Las aventuras del doctor Dolittle" adapta el libro de 1922 titulado "Los viajes del doctor Dolittle" pero como suele suceder en estos casos no se parecen en nada uno a la otra, pero nada de nada. Para esto, que hagan como las de Eddie Murphy, las versiones de 1998 y 2001, que simplemente se inspiraban en esta figura y que eran mucho más agradables que ésta.

Sea como fuere la película empieza muy bien. Me cuentan que una tal Lily (Kasia Smutniak), que es la mayor exploradora de la historia, ocupación habitual en la Inglaterra del siglo XIX para el sexo femenino, nótese la ironía, se marcha en una nueva correría dejando a su marido en casa. Pues muérete, pensé. Y así es. Así que gracias por cargarse al odioso personaje. Aunque a continuación nos presentan a otra mujer empoderada feminista, que pese a que es una niña pija no se asusta de nada, ni le da asco ningún bicho. Sospecho seriamente si en verdad es la amante lesbiana de la reina. Pero volviendo a la película en sí, su principal problema es que es una aventura para no aventureros, es decir, para gente o animales que no son de acción en absoluto. Por eso no hay peleas, peligro o emoción. Por eso queda todo el viaje tan devaluado. El resto, un correcalles chillón, plano y nada divertido.