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Voto de claquetabitacora:
3
Thriller. Acción Johnny (Luke Bracey) es un joven que decide dejar atrás su pasado rebelde para unirse al FBI. Una de sus primeras misiones será infiltrarse en una banda de atletas de deportes de riesgo, liderado por el carismático Bodhi (Edgar Ramírez). Los atletas son sospechosos de llevar a cabo una serie de crímenes de forma extremadamente inusual. Infiltrado en el grupo de forma encubierta y arriesgando su vida en cada instante, Utah se esfuerza ... [+]
15 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década de los 90 era la década del cambio. Cinematográficamente hablando los 80 fueron los años de la fantasía, la ilusión, la aventura más accesible, el cine de acción contemporáneo que arrasaba con héroes musculados de metralleta en ristre y marcando pectorales y cuyos guiones eran meros vehículos de lucimiento del actor de moda sin mucho más que rascar. Pero los 90 fue la era de la MTV y para la juventud, que tenía otros intereses y el grunge (Kurt Cobain a la cabeza) era la música de moda de toda una generación de inconformistas que tenían más dudas y menos sueños. De ahí que cuando apareció ante los ojos de espectadores inquietos “Le llaman Bodhi” de Kathryn Bigelow nadie, ni ella misma, podía pensar que ese título acabaría convirtiéndose en pieza clave del género y adquiriendo la calificación de obra de culto. Y no era para menos. Allí nos encontrábamos con el héroe ante la dualidad de sentir fascinación (y respeto) por el enemigo a la vez que debía cumplir con su deber por meterlo entre rejas. Tiempos donde el deporte de riesgo era algo completamente novedoso y encima contábamos con Patrick Swayze como un auténtico rey del surf que a su vez era líder de una banda de atracadores cuyas máscaras eran presidentes. Aquello, como crítica, no tenía precio.

Hay que indicar que la película es hija de su tiempo. Aunque a día de hoy quizás algunas resolutivas a la hora de plasmar la acción hoy se antoja un poquito encorsetada o incluso anclada en la década a la que pertenece en su momento era algo completamente novedoso. Como título referente consiguió ir un poco más allá en el género pues contenía un trasfondo mucho más maduro de lo que podía parecer. Ultimaré diciendo que el final dejaba fuera de juego al ser fiel al espíritu libre y transgresor del personaje de Bodhi, el malo de la película, y se apartaba de lo típico. De ahí que sea como fuere, sin entrar en demasía si “Le llaman Bodhi” era (y es) una buena película podemos decir que sí, marcó un antes y un después sirviendo como influencia para futuras películas que intentaron sin mucho éxito alcanzar ese estatus. Swayze seguía manteniendo su fama y Keanu Reeves se convirtió, de la noche a la mañana, en el héroe de acción que todo filme del género quería tener como cabeza de cartel y así se pudo comprobar con casos como “Speed, máxima potencia” o la trilogía “Matrix” (otro caso influyente de finales de la década de los 90 y parte de la del 2000).

Como Hollywood nunca duda en recurrir al manido remake cuando carece de ideas originales para sus filmes decidió, 24 años después, rehacerla a su antojo creyendo que sólo es cuestión de un lavado de cara para volver a conseguir el éxito. Cada cual es libre de hacer lo que le plazca con el cine. Nadie está obligado a nada y si se decide traspasar la línea de querer volver a contar la misma historia nadie debería sentirse ofendido ni menospreciado por tomar tan arriesgado camino. Pero la duda, el miedo y, por qué no decirlo, el cabreo es mayor cuando se trata de clásicos del género (más aún cuando cuentan con un culto a sus espaldas que no se lo salta un galgo). El director elegido ha sido Ericson Core cuya única película en su haber es “Invencible” de la Disney y basada en el mundo del rugby. No hay muchas credenciales fílmicas en cuanto a director se refiere para saber si él era el más indicado o la decisión ha sido completamente acertada. Puede decirse que su trabajo previo como director de fotografía es bastante bueno (que no genial) y aquí logra reconvertir “Point Break: sin límites” en un spot alargado de los deportes de riesgo más extremos. Todo está filmado para realzar y darle vida a todo lo que implica adrenalina, paisajes, movimiento y acción. Pero claro, una cosa es saber colocar la cámara, moverla y otra muy distinta es saber narrar una historia con ella. Y desde luego aquí puede decirse que el aburrimiento y la desidia es quien se encuentra tras el objetivo. Ni más ni menos. No hay nada más allá de lo visual, que tampoco es la panacea, que haga disfrutar o enfatizar los valores en esta copia mal hecha.

Para empezar la película está inyectada en esa solemnidad tan habitual en el cine actual, como si despojarla de cierto desenfado va a hacer que sea menos valorable o atractiva. Todo es demasiado serio, demasiado dramático, demasiado contenido. No deja que la película respire a sus anchas, todo está encorsetado dentro de un interés por parecer más trascendental de lo que se es. Pero el peor mal no es ese. Ni mucho menos. Puedo llegar a respetar y aceptar (entre comillas) esa decisión cuando me ofrecen algo que pueda llegar a captar mi atención. El problema radica que no hay una historia definida a la que agarrarse ni un guión coherente en su conjunto. Los malos aquí son simples chavales, jóvenes intercambiables que no aportan nada ni mantienen química con el espectador con ansias de ser líderes del youtube, que manejan pasta a su antojo (aunque todo es tan confuso que nunca logras comprender al cien por cien de donde procede o cómo lo consiguen) y ofrecen una distorsionada y muy poco creíble visión de estilo casi hippie sólo que a través de un medio de vida completamente acomodado y desprovisto de auténticos ideales aunque todo esté envuelto en una falsa pseudo religión tántrica de oda a la vida y canto a la fraternidad de medio pelo que no logra transmitir nada más allá de que son como una especie de familia unida pero poco más. Pero a poco que uno rasque y profundice más vergüenza ajena sentirá al descubrir cuáles son los motivos reales de esa escalada en el grado de peligrosidad en los deportes ejecutados. Tan místico de baratillo y tan paupérrimo en cuanto a fundamento que causa estupor y risa.

- Continía en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
claquetabitacora
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