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Voto de claquetabitacora:
9
1967
7.2
43,592
Animación. Aventuras. Musical. Comedia. Infantil
Tras la muerte de sus padres, Mowgli, un niño de apenas dos años, queda abandonado en la selva y es recogido por una manada de lobos. En el seno de la manada, Mowgli es criado como un lobo más hasta que crece y empieza a desenvolverse por sí mismo en la selva. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] Bill Peet, el hombre de confianza de Walt, sugirió que para la siguiente película tenían que convertir en película animada “El libro de la selva” (o también conocido como “El libro de las tierras vírgenes”) del famoso escritor (y poeta) Rudyard Kipling. Era una de las obras atemporales de la literatura universal que encerraba leyendas y moralejas, temas complejos, moralmente atractivos pero siempre a través de la naturaleza de la propia selva para hacer pensar al lector y a su vez ser lo más didáctico y entretenido posible [...]. De ahí que para empezar decidieran quedarse con las partes más importantes del libro, dejar fuera las menos significativas y así concebir un libreto de cabeza, nudo y desenlace [...].
Tristemente, para todos los integrantes de lo que representaba el apellido Disney, aquella película se acabaría convirtiendo en la última que supervisaría el maestro pues desgraciadamente Walt moriría diez meses antes de su estreno en las salas de cine. Nunca llegaría a contemplar una de las grandes obras maestras que formaron parte de su legendaria filmografía como director de un estilo, un equipo y un sueño [...]. Desde luego si hay algo que destila “El libro de la selva” es amor por el arte, dedicación por el detalle, perfección por el movimiento y mimo por la narrativa [...]. Para empezar el sistema Xerox, que no era otro que utilizar el diseño o esbozos originales para emplearlos en la animación final seguía dando ese toque rústico y menos limpio (en principio) pero a su vez desarrollaba un formato cercano, sencillo y muy accesible, como si los bocetos tuvieran vida propia [...]. Adentrándonos de lleno en la película lo que más llama la atención es que los títulos de crédito no vienen acompañados de una canción apoteósica o de melodía clásica sino de una banda sonora que nos mete en un tono sinuoso, casi insinuante, como si nos metiéramos en el interior de lo salvaje, nunca mejor dicho.
[...] Tan sólo hay que ver el detallismo de la profundidad de campo para comprender que estamos ante un trabajo de animación que es pura artesanía. Una voz en off rompe la hegemonía de la ambientación para descubrirnos que el protagonista de la función no es otro que Mowgli, un niño huérfano abandonado en el interior de la selva y que queda al cuidado de una manada de lobos, una forma como otra cualquiera de exponer la leyenda del hombre al cuidado de la naturaleza, en todo su esplendor, acogiéndolo para que sea uno de los suyos. Lo que más sorprende en esta película es que el “cachorro humano”, aún siendo el protagonista, casi podría vérsele como un secundario. El primer personaje principal será Bagheera, una pantera sabia, llena de conocimientos y buenas intenciones, transformada en una especie de Pepito Grillo salvaje que siempre está ahí y cuya corrección y sapiencia sirve como contrapunto para comprender que quien lleva el don de mando es ella y no el humano, subordinado a ser alguien que tiene que obedecer.
Eso demuestra cómo Disney jugaba con lo establecido, en este caso la naturaleza y el estado salvaje de los propios animales, pues ablanda y transforma el reflejo animal de supervivencia en el instinto protector del dibujo animado pues Bagheera decide proteger a Mowgli dejándolo al cuidado de los lobos [...]. Aquí los personajes implícitos demuestran una compenetración perfecta tanto en forma como en fondo. Claro, ante un metraje ajustado no había tiempo que perder. Shere Khan, el tigre, ha regresado y si el niño se le cruza en el camino acabará con él. Al villano de esta función no logramos verle el rostro hasta casi la mitad del metraje y no llegamos a comprender su nivel de maldad hasta casi el final [...].
Una vez pantera e infante parten hacia la meta la película no cesa jamás, es de ritmo constante, sabiendo en todo momento qué personaje presentar, qué historia exponer y que aventuras vivir. A poco que uno analice el libreto se dará cuenta que el filme está formado por episodios que deparan un conjunto completo y cada una de esas piezas exponenciales cuenta con un personaje secundario. En sí también podría verse como una especie de documental sobre la fauna salvaje de la selva. Tenemos a modo de narrador a la pantera Bagheera con esa introducción a través de la voz en off, los lobos reuniéndose como manada para decidir qué hacer con Mowgli (una escena perfecta tanto en diseño como exposición e iluminación) o la serpiente Kaa, sibilina, manipuladora, que recurre a la hipnosis para acabar con sus presas [...]. Uno de los momentos más angustiantes del personaje y que plasma a la perfección el nivel de detallismo de la naturaleza del animal es cuando el reptil oprime a base de constricción el cuerpo del niño con intención de comérselo. También contamos con la marcha de los elefantes, la cual cuenta con un tono cómico que intenta parodiar el sentido militar. Hay que añadir que el diseño variopinto de los paquidermos es de una exquisitez asombrosa jugando en todo momento con la comedia bufonesca y los rasgos caricaturizados para darles un empaque homogéneo.
Pero está claro que el personaje que acaba convirtiéndose en estandarte de una forma de ser es Baloo, el oso. Su carácter desenfadado, juerguista, vividor con aires de grandeza, encantado de conocerse, de buenos sentimientos y que disfruta cada momento a través de la buena vida es un leitmotiv en sí mismo, demostrando que, como cita una de sus canciones, hay que “buscar lo más vital”, que no es otra cosa que la felicidad en todo su esplendor. Sin ir más lejos el propio rol es una declaración de principios e intenciones. Es el contrapunto a la corrección de Bagheera, convirtiéndose en la parte canalla, la que se aparta de la norma establecida [...].
- continúa en spoiler -
Tristemente, para todos los integrantes de lo que representaba el apellido Disney, aquella película se acabaría convirtiendo en la última que supervisaría el maestro pues desgraciadamente Walt moriría diez meses antes de su estreno en las salas de cine. Nunca llegaría a contemplar una de las grandes obras maestras que formaron parte de su legendaria filmografía como director de un estilo, un equipo y un sueño [...]. Desde luego si hay algo que destila “El libro de la selva” es amor por el arte, dedicación por el detalle, perfección por el movimiento y mimo por la narrativa [...]. Para empezar el sistema Xerox, que no era otro que utilizar el diseño o esbozos originales para emplearlos en la animación final seguía dando ese toque rústico y menos limpio (en principio) pero a su vez desarrollaba un formato cercano, sencillo y muy accesible, como si los bocetos tuvieran vida propia [...]. Adentrándonos de lleno en la película lo que más llama la atención es que los títulos de crédito no vienen acompañados de una canción apoteósica o de melodía clásica sino de una banda sonora que nos mete en un tono sinuoso, casi insinuante, como si nos metiéramos en el interior de lo salvaje, nunca mejor dicho.
[...] Tan sólo hay que ver el detallismo de la profundidad de campo para comprender que estamos ante un trabajo de animación que es pura artesanía. Una voz en off rompe la hegemonía de la ambientación para descubrirnos que el protagonista de la función no es otro que Mowgli, un niño huérfano abandonado en el interior de la selva y que queda al cuidado de una manada de lobos, una forma como otra cualquiera de exponer la leyenda del hombre al cuidado de la naturaleza, en todo su esplendor, acogiéndolo para que sea uno de los suyos. Lo que más sorprende en esta película es que el “cachorro humano”, aún siendo el protagonista, casi podría vérsele como un secundario. El primer personaje principal será Bagheera, una pantera sabia, llena de conocimientos y buenas intenciones, transformada en una especie de Pepito Grillo salvaje que siempre está ahí y cuya corrección y sapiencia sirve como contrapunto para comprender que quien lleva el don de mando es ella y no el humano, subordinado a ser alguien que tiene que obedecer.
Eso demuestra cómo Disney jugaba con lo establecido, en este caso la naturaleza y el estado salvaje de los propios animales, pues ablanda y transforma el reflejo animal de supervivencia en el instinto protector del dibujo animado pues Bagheera decide proteger a Mowgli dejándolo al cuidado de los lobos [...]. Aquí los personajes implícitos demuestran una compenetración perfecta tanto en forma como en fondo. Claro, ante un metraje ajustado no había tiempo que perder. Shere Khan, el tigre, ha regresado y si el niño se le cruza en el camino acabará con él. Al villano de esta función no logramos verle el rostro hasta casi la mitad del metraje y no llegamos a comprender su nivel de maldad hasta casi el final [...].
Una vez pantera e infante parten hacia la meta la película no cesa jamás, es de ritmo constante, sabiendo en todo momento qué personaje presentar, qué historia exponer y que aventuras vivir. A poco que uno analice el libreto se dará cuenta que el filme está formado por episodios que deparan un conjunto completo y cada una de esas piezas exponenciales cuenta con un personaje secundario. En sí también podría verse como una especie de documental sobre la fauna salvaje de la selva. Tenemos a modo de narrador a la pantera Bagheera con esa introducción a través de la voz en off, los lobos reuniéndose como manada para decidir qué hacer con Mowgli (una escena perfecta tanto en diseño como exposición e iluminación) o la serpiente Kaa, sibilina, manipuladora, que recurre a la hipnosis para acabar con sus presas [...]. Uno de los momentos más angustiantes del personaje y que plasma a la perfección el nivel de detallismo de la naturaleza del animal es cuando el reptil oprime a base de constricción el cuerpo del niño con intención de comérselo. También contamos con la marcha de los elefantes, la cual cuenta con un tono cómico que intenta parodiar el sentido militar. Hay que añadir que el diseño variopinto de los paquidermos es de una exquisitez asombrosa jugando en todo momento con la comedia bufonesca y los rasgos caricaturizados para darles un empaque homogéneo.
Pero está claro que el personaje que acaba convirtiéndose en estandarte de una forma de ser es Baloo, el oso. Su carácter desenfadado, juerguista, vividor con aires de grandeza, encantado de conocerse, de buenos sentimientos y que disfruta cada momento a través de la buena vida es un leitmotiv en sí mismo, demostrando que, como cita una de sus canciones, hay que “buscar lo más vital”, que no es otra cosa que la felicidad en todo su esplendor. Sin ir más lejos el propio rol es una declaración de principios e intenciones. Es el contrapunto a la corrección de Bagheera, convirtiéndose en la parte canalla, la que se aparta de la norma establecida [...].
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
[...] La forma en cómo enlazan una escena de puro relax como esa donde los dos nuevos amigos gozan de las bondades de la vida en todo su esplendor (la plasmación del agua es perfecta) con el secuestro del niño por parte de los monos para presentar al Rey Louie es magistral, toda una clase de cómo ir al grano sin entorpecer el guión. Una vez conocemos el mundo de este lunático orangután el movimiento, la acción, el ritmo y la pericia en el campo de la animación es impresionante. Pero si por algo es recordada toda la escena es por la mítica canción “Quiero ser como tú” donde jazz y swing van de la mano pero también por ese mensaje sutil de cómo el fuego es poder, dominio, control y en parte destrucción. Una pequeña pincelada expuesta a través de querer ser el líder del grupo a través de algo que hace daño. Esa intención del mono de querer conseguir el fuego para ser humano es impresionante [...].
Más allá del centro del metraje hace acto de presencia, en todo su esplendor, por primera vez en toda la película, Shere Khan, uno de los mejores villanos de la factoría Disney. Su diseño es maravilloso. No sólo por la plasmación de la naturaleza en su fisonomía, de rasgos angulares, pérfidos, gruesos sino también por sus sutiles gestos cómo el mostrar las uñas o cómo pone los ojos, entornándolos según la escena para así dotar al personaje de una villanía letal y a la vez animal [...]. Ya en el último tercio el color, el tono y el ritmo se vuelven más melancólicos, casi dramáticos. El paraje es desolador, solitario, al igual que ese niño desvalido que no tiene nadie en quien confiar. Todo es de color gris, como la soledad (podría incluso verse como un páramo parecido al pantano de la tristeza de “La historia interminable”). Hasta este instante todo el metraje había sido color, vida, risas y aventuras pero el dramatismo más absoluto se hace patente a través de la soledad de Mowgli. De ahí que los secundarios sean unos buitres, cuyo look es muy parecido al de los Beatles [...]. Lógicamente el clímax no podía ser de otra forma: el hombre contra la naturaleza en su pleno apogeo y en todo su esplendor. Es una pieza fiera, rodada con rabia y una tensa acción donde el villano más pérfido y el amigo más leal, en este caso Baloo, quien aparecerá en el último instante para proteger y defender a su amigo (y por ende casi su hijo adoptivo), lucharán a muerte [...].
Sin lugar a dudas, si durante todo el metraje hemos visto que el niño desea mantener un estilo de vida despreocupado, jugando en todo momento al son de la alegría que procede de no tener problemas ni nada que provoque preocupación, son los últimos minutos, cual colofón final, los que encierran la lección más importante de todas, una realidad más grande que la vida misma. Se trata de la presentación de la niña, al son de “en mi hogar”, una canción muy cálida, que le enseña a Mowgli el camino a ese mundo que tanto ha estado evitando, uno que desconocía y temía y que ahora desea conocer como sea. El hipnotismo en el que se encuentra él ante la belleza inocente y profunda de esa niña es tan potente, tan fuerte, que no duda ni un segundo en abandonar todo por lo que ha luchado convirtiéndose, con esa entrada tímida en la aldea del hombre, en un futuro hombre de bien. Un broche de oro que encierra la realidad más absoluta: la vida sigue su curso y cierra un ciclo [...].
[...] Sin lugar a dudas la película fue el canto de cisne de un maestro en todos los sentidos. Tristemente él no pudo comprobar el perfeccionismo alcanzado en esta obra de arte pero sirvió como colofón para resumir el legado de un apellido marcado a fuego en generaciones enteras y en un estilo propio, inimitable e irrepetible. Sin lugar a dudas, Disney convirtió la animación en el leitmotiv y tagline de la propia película: lo más vital.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/26/critica-el-libro-de-la-selva-wolfgang-reitherman-1967-lo-mas-vital/
Más allá del centro del metraje hace acto de presencia, en todo su esplendor, por primera vez en toda la película, Shere Khan, uno de los mejores villanos de la factoría Disney. Su diseño es maravilloso. No sólo por la plasmación de la naturaleza en su fisonomía, de rasgos angulares, pérfidos, gruesos sino también por sus sutiles gestos cómo el mostrar las uñas o cómo pone los ojos, entornándolos según la escena para así dotar al personaje de una villanía letal y a la vez animal [...]. Ya en el último tercio el color, el tono y el ritmo se vuelven más melancólicos, casi dramáticos. El paraje es desolador, solitario, al igual que ese niño desvalido que no tiene nadie en quien confiar. Todo es de color gris, como la soledad (podría incluso verse como un páramo parecido al pantano de la tristeza de “La historia interminable”). Hasta este instante todo el metraje había sido color, vida, risas y aventuras pero el dramatismo más absoluto se hace patente a través de la soledad de Mowgli. De ahí que los secundarios sean unos buitres, cuyo look es muy parecido al de los Beatles [...]. Lógicamente el clímax no podía ser de otra forma: el hombre contra la naturaleza en su pleno apogeo y en todo su esplendor. Es una pieza fiera, rodada con rabia y una tensa acción donde el villano más pérfido y el amigo más leal, en este caso Baloo, quien aparecerá en el último instante para proteger y defender a su amigo (y por ende casi su hijo adoptivo), lucharán a muerte [...].
Sin lugar a dudas, si durante todo el metraje hemos visto que el niño desea mantener un estilo de vida despreocupado, jugando en todo momento al son de la alegría que procede de no tener problemas ni nada que provoque preocupación, son los últimos minutos, cual colofón final, los que encierran la lección más importante de todas, una realidad más grande que la vida misma. Se trata de la presentación de la niña, al son de “en mi hogar”, una canción muy cálida, que le enseña a Mowgli el camino a ese mundo que tanto ha estado evitando, uno que desconocía y temía y que ahora desea conocer como sea. El hipnotismo en el que se encuentra él ante la belleza inocente y profunda de esa niña es tan potente, tan fuerte, que no duda ni un segundo en abandonar todo por lo que ha luchado convirtiéndose, con esa entrada tímida en la aldea del hombre, en un futuro hombre de bien. Un broche de oro que encierra la realidad más absoluta: la vida sigue su curso y cierra un ciclo [...].
[...] Sin lugar a dudas la película fue el canto de cisne de un maestro en todos los sentidos. Tristemente él no pudo comprobar el perfeccionismo alcanzado en esta obra de arte pero sirvió como colofón para resumir el legado de un apellido marcado a fuego en generaciones enteras y en un estilo propio, inimitable e irrepetible. Sin lugar a dudas, Disney convirtió la animación en el leitmotiv y tagline de la propia película: lo más vital.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/26/critica-el-libro-de-la-selva-wolfgang-reitherman-1967-lo-mas-vital/