El orden divino nos sitúa en Suiza en 1971, fecha en la que las mujeres aun no podían votar y tampoco podían tomar decisiones libremente sin el respaldo de sus maridos. En este contexto donde aun se nos consideraba como esclavas del hogar, carentes de opiniones validas y simples objetos sexuales, Nora, una mujer corriente que nunca se había planteado llegar a formar parte de la lucha feminista, se verá convertida en la líder de un movimiento emergente que lucha por la aprobación del sufragio femenino.
Si bien es cierto que la cinta de Petra Biondina Volpe tiene unos personajes que bien pueden ser tildados de caricaturescos y algo simplones, no le falta bondad y carisma a su interpretación de la lucha feminista.
El camino que toma la película no es rupturista desde un punto de vista dramático. En vez de elegir el dramatismo se opta por un lado más cómico, intimista y cercano que endulza de humor las situaciones trágicas que se nos presentan.
El orden divino no busca ser una gran película, aunque la reivindicación que plantea tenga un gran mensaje.
Bajo la premisa de una narración cargada de simpleza se consigue justamente lo que la premisa de la cinta promete, un relato más bien optimista sobre la lucha de las mujeres por hacerse oír en un pequeño pueblo dominado aun por el machismo y el patriarcado.
Le doy un 6 por lo necesario de su mensaje. Resulta alucinante que a pesar de las fechas en las que se contextualiza, aun careciéramos de tantos derechos como los que se menciona en la cinta.