Floja producción de terror en la línea de La noche de Halloween o Viernes 13. Un grupo de estudiantes celebra una fiesta de disfraces de fin de año en un tren, pero de pronto empiezan a ser asesinados por un enigmático psicópata.

Un atractivo reparto, entre los que destaca la presencia del mago David Copperfield con sus sorprendentes trucos, no consigue salvar de la mediocridad una película devaluada y olvidada en la actualidad. El único aspecto que funciona es el suspense que se crea en torno a la misteriosa identidad del asesino.

Roger Spottiswoode dirige una cinta que tuvo cierta repercusión en el momento de su estreno porque el género de terror estaba de moda, pero hoy en día está muy desfasada. Se puede ver en plan cinéfilo como documento de una época, pero como entretenimiento terrorífico deja bastante que desear. Le doy un cinco con mucha manga ancha porque soy aficionado al género que si no...