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Voto de José Lozano Rueda:
8
Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
13 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madre mía!! Qué película tan bonita!!
A mí me encantan estos films que expresan tanto con tan pocas palabras... pero de qué manera tan precisa manifiestan sus emociones estos personajes, gracias a interpretaciones tan brutales.
La historia y su correspondiente guión me han parecido espectaculares, y el ritmo y los tempos tan milimétricos te mantienen pegado a la pantalla. No sólo el ritmo, sino todo lo demás... la banda sonora, que encaja como un guante en esta historia de silencios, de heridas de guerras que se han evitado. Nada como la música clásica de Mozart y de Bach, para EXPRESAR. Y si a eso le añades el mágico saxo de John Coltrane, pues ni te digo.
Tenía que ser música clásica y jazz, pero también tenía que ser blanco y negro. No sabría explicarlo técnicamente, pero si lo que quieres es que se preste atención a las expresiones, has de utilizar blanco y negro, tal y como me pasa a mí con las fotografías de aficionadillo que hago, siempre en blanco y negro cuando se trata de retratos.
Puesta en escena excelente, montaje magistral, y una realización bellamente académica, impecable y siempre en busca de las miradas, de los gestos y de los movimientos. Si prestas atención a las frases, aprendes pero poco. Si prestas atención a la expresión de los actores, te inundas de información. Pero ese trabajazo interpretativo pasaría más desapercibido si no fuera por esos maravillosos planos, esa cámara estática que deja fuera de plano a personajes pero manteniéndolos presentes, esos primeros planos del silencio, esos primerísimos planos de la duda o la inquietud. Esas escenas finales del deseo, y ese largo plano final que expresa la determinación y la sabiduría adquirida.
La vi hace unas tres horas, y aun se proyecta en mi mente, de principio a fin. No la olvidaré fácilmente. Es que no la quiero olvidar nunca.
José Lozano Rueda
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