Cuando se hace una película de guerra, suelen tratarse las vertientes de esta de manera separada, a saber, la camaradería, la injusticia de la guerra, la manera de recaudar fondos, el dolor por las perdidas humanas, la propaganda, el traumático regreso a casa de los soldados…
Clint Eastwood dirige esta película de modo magistral, abarcando en ella todos estos subconjuntos y creando uno solo pero de forma muy sutil.
En otras como es el caso de “La chaqueta metálica”, la separación de las diferentes partes es clara y bien definida, siendo estos fragmentos solamente dos, la instrucción y la batalla en si, pero aquí, utilizando los saltos en el tiempo, el director nos hace ver de forma sencilla, muchos personajes y situaciones que de otro modo hubiese dado como resultado una cinta mucho más larga y engorrosa.