"Asesinos inocentes" reboza toda la inocencia (valga la redundancia) que se puede esperar en una "opera prima". Encumbrando la historia, un dúo: el alumno, Maxi Iglesias, y el profesor/psicólogo, Miguel Ángel Solá. A partir de aquí, la premisa: el profesor arde de deseos de morir, ciego en su alcoholismo que esconde la culpa de haber propiciado un accidente que dejó en una silla de ruedas a su mujer. Pero al no tener las agallas necesarias, y que su seguro de vida no cubriría el dinero en caso de suicidio, tiene que recurrir a un alumno que también las está pasando canutas y que haría lo que fuera por aprobar su asignatura. En medio, un grupo de amigos, recién licenciados, que se ven de buenas a primeras inmersos en esta conglomeración de sucesos, no sabemos bien por qué, y una chica que parece enamorada del protagonista que es completamente prescindible en la trama (ay, Aura).

Si bien la historia comienza con un ritmo bastante decente, con diálogos muy cuidados y con una certeza de que el thriller va a funcionar, a medida que va transcurriendo todo se desploma para evaporarse en el último tramo con un desenlace lamentable cuasi pueril. Los recursos utilizados en el guion se convierten en algo redundante y la manera de matar el argumento es bastante pobre. Maxi Iglesias aguanta el tipo a pesar de ponérselo difícil (hay escenas con los gánsters de extrarradio bastante risibles) y Miguel Ángel Solá tiene mucha más categoría de la que tiene que expresar en este caso. Los secundarios no lo hacen mal, pero suena a vieja serie de amigos más a que a una película supuestamente de suspense.

Como nota final un cuatro. Ya veré qué trabajo encargaré para poder ponerle el aprobado.