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Voto de Sergio Berbel:
5
Comedia. Drama Max, el propietario de un restaurante de éxito, y Véro, su ecologista mujer, invitan, como todos los años, a un grupo de amigos a su bella casa de la playa para celebrar el comienzo de las vacaciones. Pero este año, justo cuando iban a abandonar París, un amigo común, el carismático Ludo, sufre un gravísimo accidente. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2021
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El cine francés nos llega seriamente sobrevalorado. Es lo que tiene mimar y cuidar tu propio cine, entenderlo como parte fundamental de tu esencia, de tu cultura y de tu industria, como se sabe hacer en Francia como en ningún otro sitio, mientras que el patriotismo españolista hunde con saña el suyo sin darle el menor aliento ni permitirle respirar. Allá cada cual.

Hay que tener cuidado con la cinematografía francesa porque es demasiado fácil que te den gato por liebre y que la cinta que te han recomendado mil veces no esté a la altura de las expectativas. Es el caso de libro de “Pequeñas mentiras sin importancia” de Guillaume Canet.

A medio camino entre la comedia y el drama, esta historia de unas vacaciones de verano compartidas en una paradisíaca playa por un grupo de amigos se queda corta en ambas facetas: como comedia, su humor es tan sutil que suele pasar demasiado desapercibido; como drama, le falta contundencia por todas partes y esa suavidad comercial para quedar bien con todo y con todos y no molestar a nadie la descafeína gravemente.

Una década después, la cinta no ha ganado prácticamente nada de nada y sigue siendo un quiero y no puedo. Ello a pesar de principiar con un plano secuencia portentoso que te prepara para lo sublime que luego jamás llega. Si la peli fuera como su plano secuencia inicial, retiraría todo lo dicho, pero el mismo es profundamente engañoso y no se corresponde con el resto del demasiado dilatado metraje que nos lleva a unas innecesarias dos horas y media.

Aportando muchos millones de euros en taquilla (los franceses miman lo suyo) pero poca profundidad, esta historia de un grupo de amigos que conviven en una playa durante unos días a pesar del gravísimo accidente de tráfico que sufre uno de ellos, el único ausente, no pasa de ser un catálogo de lugares comunes y personajes ya vistos que poco o nada aportan a la originalidad que precisa el cine actual. "Los amigos de Peter" de Kenneth Branagh, por poner tan sólo un ejemplo, es mil veces mejor.

Incurre la cinta, además, en dos pecados capitales imperdonables: por un lado, no aprovechar como merece a una actriz de la dimensión de Marion Cotillard, diosa suprema; por el otro, un uso pasteloso e innecesario de baladas en inglés en lugar de usar música autóctona cantada con el idioma más musical que conozco, que es su francés original, por aquéllo de otorgarle proyección internacional.

Un conjunto de personajes estereotipados que acaban aparentando ser de cartón piedra y cada vez menos creíbles conforme evoluciona la forzada historia. Una película convencional de principio a fin que no trata de innovar ni de trascender, para nuestra desgracia. A pesar de tener momentos interesantes (especialmente la escena en la que película te hace pensar sobre si debe ponerse en peligro una gran amistad por el sexo), ninguna acaba de calar en el espectador, todo es demasiado suave y superficial.
Sergio Berbel
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