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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama El planeta ha sido arrasado por un misterioso cataclismo y, en medio de la desolación, un padre y su hijo se dirigen hacia la costa en busca de un lugar seguro donde asentarse. Durante el viaje se cruzarán con otros supervivientes: unos se han vuelto locos, otros se han convertido en caníbales. Adaptación de una novela de Cormac McCarthy, autor de "No es país para viejos". (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inmensamente meritorio lo que ha logrado John Hillcoat trasladando a lenguaje cinematográfico la novela de Cormac McCarthy. “La carretera” es una novela muchísimo más compleja de llevar al cine de lo que pudiere parecer a simple vista. Si bien es cierto que su planteamiento de acción es muy cinematográfico, se trata de una novela de mucho diálogo interior y detalles de confrontamiento mental con la realidad muy complejos de trasladar a cine. Y Hillcoat lo consigue absolutamente, con un respeto reverencial al texto literario original muy de agradecer.

La película, exactamente igual que la novela de McCarthy, nos hace vivir acompañando a un padre y a su hijo pequeño peregrinando por un mundo post-apocalíptico enterrado en cenizas y donde obras humanas y naturales murieron muchos años antes pasto de algún tipo de incendio definitivo planetario. La forma visual en que se muestra la desolación de ese mundo en la película es excepcional, con planos impactantes cargados de desolación y destrucción absoluta, de muerte total de animales, bosques o playas, de carreteras que se están desmoronando poco a poco. La traslación en imágenes de la hecatombe en la que se ha convertido el planeta es excepcional y, sin duda, lo más llamativo de esta gran película. La maestría en la dirección de fotografía de Javier Aguirresarobe es deslumbrante.

Pero, sobre todo, lo que más y mejor se visualizan en la película, exactamente igual que en la novela, son el hambre y el frío. Es una narración angustiosa del poder devastador física y psicológicamente del frío en sus dos personajes protagonistas, soberbiamente interpretado por Viggo Mortensen y por el niño Kodi Smit-McPhee en una creación interpretativa colosal de ambos (muy a tener en cuenta en el personaje secundario de la madre la gran Charlize Theron). Un frío calado hasta los huesos que arrastra hasta la impotencia y la muerte a padre e hijo y contra el que tienen que luchar mientras que buscan cualquier cosa para comer. El alimento como el único motor de la lucha por la vida. No morir de hambre o de frío, es así de fácil la existencia llegados a ese punto sin retorno. Contra la naturaleza y contra el catálogo de personajes que van apareciendo a lo largo del metraje de la cinta y que van ayudando a perfilar el pragmatismo del padre frente al idealismo del hijo. Dos mundos necesariamente enfrentados.

Padre e hijo no paran de caminar de forma constante hacia el sur. Quieren llegar a la costa, donde piensan que el frío será menos intenso y las posibilidades de encontrar alimento mayores. Su odisea es un camino constante hacia un sur que nunca llega y que cada vez parece estar más y más lejos, mientras que no para de llover ceniza y frío de forma constante.

Y las últimas secuencias de la película son aterradoramente reales, bellas en su dolor y en su miseria, impactantes por su verismo, una auténtica maravilla del Séptimo Arte.
Sergio Berbel
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