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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Drama Freddie Clegg, un empleado del Banco de Londres, es un hombre introvertido y triste que se dedica a coleccionar mariposas. Su vida cambia bruscamente cuando le toca la lotería, pues entonces decide secuestrar a Miranda Grey, una joven estudiante de arte por la que se siente atraído desde hace tiempo. Compra una casa en las afueras de Londres y retiene a la chica en el sótano un mes. Durante ese tiempo afloran en los dos personajes ... [+]
27 de octubre de 2009
75 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores encontraremos en Hollywood que hayan logrado escapar a ese terrible epíteto que responde al término ‘sobrevalorado’. Incluso monstruos de la talla de Hitchcock, Wilder o Kubrick lo han padecido en sus propias carnes en algún momento u otro. Pero si hay realizadores ‘sobrevalorados’, también es justo decir que los hay ‘infravalorados’. Y Wyler es, sin lugar a dudas, uno de ellos.

¿Cómo se concibe, si no, que un cineasta con peliculones como “Los mejores años de nuestra vida”, “La heredera” o “Ben-Hur” no haya disfrutado de un reconocimiento mayor? Quizás su libreto de estilo no fuera tan genuino o emblemático como el de los anteriormente citados, pero está claro que el bueno de William fue un modélico currante de la industria cinematográfica. Un currante que siempre procuró dar el callo y que, como tantos otros (Aldrich, Preminger o Peckinpah, por ejemplo), fue relegado a una discreta segunda división cinematográfica en la que su talento como cineasta quedaba exclusivamente circunscrito a la injusta y parcial condición de ‘buen artesano’.

Wyler, en cualquier caso, siguió coleccionando peliculones hasta el final de su carrera. “El coleccionista” fue una de las últimas. Un excelente thriller psicológico que profundiza en la compleja personalidad de un atípico secuestrador y en las consiguientes reacciones de su víctima. Un hombre y una mujer que protagonizarán una peculiar relación donde se pondrán de manifiesto dualidades tales como dominador-dominado, provocación-represión sexual, clase alta-clase media, etc... Todo ello como le gustaba hacerlo a Wyler: cediéndole el testigo a sus actores (en este caso Terence Stamp y Samantha Eggar) para que fueran ellos los que se echaran la peli a sus espaldas y sacaran lo mejor de sí mismos. Huelga decir, por consiguiente, que ésta es una peli de actores. Una peli en la que el duelo interpretativo entre Stamp y Eggar en esa claustrofóbica cripta hará las delicias de los amantes del cine más teatral y en la que constataremos un dato importante: un psicópata, por muy romántico que sea, siempre será un psicópata. Lo lleva en la sangre.
Taylor
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