Sigo sin explicarme el éxito de esta película. Mi primera impresión al ver el tráiler fue la de que un estilo ya trasnochado (el de «compañeros policías muy distintos que al principio no se tragan pero luego sí») se estaba juntando con otro estilo que nunca ha pasado de superficial (el de «tengo treinta y tantos años, pero vuelvo de infiltrado al cole») para generar una comedia de acción medio seria (colocamos a uno de los cachas del momento) medio gamberra (para eso ponemos a un supersalido como Jonah Hill). E inevitablemente pensé que tal batiburrillo no encandilaría precisamente a la gente y que se iba a pegar en taquilla el batacazo que se merece cinematográficamente.

Pero no, de algún modo conectó con la gente y se convirtió en uno de los fenómenos de la temporada, merecedor de una segunda parte. No sé, debe de tener algo que no he sabido apreciar, pero de verdad que me ha parecido como esas galas de Jose Luis Moreno pasadas de moda que de vez en cuando emiten en alguna televisión pública por motivos que desconozco. Sí, vale, hay escenas de acción… pero no son más escenas gratuitas con tiros, explosiones y coches volando sin ningún valor argumental. También hay humor, con continuos juegos de palabras, dobles sentidos y los protagonistas metiéndose el uno con el otro… que no me sacaron ni una sonrisa. Hay, eso sí, mucho topicazo y mucho enredo para ocultar la simpleza del argumento. Pero lo que hay sobre todo es torpeza para desaprovechar el único gag decente, el protagonizado por Johnny Depp casi al final que habría sido un buen colofón a una mediocre película estropeándolo con un sketch final que se pasa de gamberro y cae en lo repulsivo.

En fin, tendré que ajustar mis sensores para sintonizar con los gustos de la gente, pero para mí que “Infiltrados en clase” no es gran cosa.