Comedia negra que empieza de manera convencional, con risas entre colegas y familiares, y se termina enredando de una manera un tanto forzada para entrar en una trama familiar con mafiosos incluidos. Su humor, más bien blando y situacional, no provoca carcajadas pero mantiene un buen rollo y una sonrisa en la boca gran parte de la película, mientras la historia se desarrolla en el terreno de lo familiar. En el último tercio, con la trama fuera de control camino de lo rocambolesco, la trama se desinfla y la dirección no tiene el buen criterio de reforzar la carga humorística, lo que lleva a un punto de depeción.

Si conocéis de antes a Jason Bateman, ya sabéis el humor que hace y el que os podéis esperar aquí, porque no hay innovación alguna (no lo digo como algo negativo, yo soy de los que piensan que si se te da bien algo, lo mejor es aprovecharlo). Rachel McAdams está un poco fuera de su elemento, pero lo resuelve bien y al final va a resultar que es una de las actrices más polivalentes del panorama y no sólo una especialista de comedia romántica. El resto de interpretaciones están a la altura, pero ni el guion da para mucho más de la primera media hora, ni la dirección compone los sketches con un mínimo de creatividad o se esfuerza en disfrazar los típicos gags de algo más elaborado. Si la película dura diez minutos más, es seguro que habría recurrido a la batalla de tartas.

Opción interesante para pasar un rato sin grandes expectativas.