“Percy Jackson y el ladrón del rayo”, una de las mayores apuestas para llenar el vacío de Harry Potter, cumplió sus objetivos económicos con una respetable recaudación pero yo diría que quedó manifiestamente claro que no había calado entre el público como para sentar los cimientos de una saga. La crítica profesional la puso verde, los seguidores de los libros quedaron muy descontentos y, en general, a los espectadores que pagaron la entrada y se encontraron con una copia apresurada de Potter muy poco trabajada les dejó bastante indiferentes. La película entretenía porque estaban pasando cosas todo el rato y había muchos efectos, pero eran cosas sin criterio, patochadas en su mayor parte. Sagas con más potencial se habían quedado por el camino, por lo que a nadie le sorprendió que pasara un año sin que saliese una secuela, pasaran dos años, pasaran tres años… hasta que lo lógico era pensar que la serie había sido cancelada.

Y en esto que, de pronto, cuatro años más tarde, Percy Jackson vuelve a la carga en un retorno absolutamente inesperado y yo diría que bastante improvisado. Como muestra, consigue retener a su semidesconocido reparto junior pero no logra que las grandes y desaprovechadas estrellas senior de la primera entrega repitan (claramente habían visto el percal y no estaban dispuestas a que sus nombre siguieran vinculados a este proyecto de escaso recorrido). Tampoco el director Columbus repite. Sinceramente, yo creo que los motivos del retorno tienen más que ver con amortizaciones de derechos y contratos que con una verdadera intención de reconducir el proyecto. Vamos, que iban a tener que gastarse el dinero hicieran o no la película, por lo que decidieron rodarla y recuperar lo que se pudiera.

Curiosamente, sin tantas caras conocidas y con muchos menos efectos especiales, la película queda más consistente que su predecesora. Se nota contención de gasto y de recursos, pero le sienta bien. Los pocos elementos visuales se usan con criterio y la acción no se desparama por miles de localizaciones sin sentido, sino que se acota a un viaje de chavales aventureros que nos podríamos creer. Desde luego, no sale una película grandiosa, pero tampoco es tan ridículamente hortera como cuando lo del rayo.

Mejora, pero tampoco mucho. Sigue sin tener ninguna fuerza ni ninguna energía. No hay una conversación medianamente memorable, ni ningún golpe de humor, ni ninguna secuencia de la que nos acordemos y que represente a la película. Y lo que sigue sin ser remontable son unos personajes igual de planos y ridículos, algunos auténticos crímenes mitológicos (¿una hija de Atenera???). Es más digna, pero también más convencional e igual de prescindible.